EL PROBLEMA
¿Cómo es posible que dos personas que han prometido amarse lleguen al
punto de no dirigirse la palabra por horas o hasta días? “Por lo menos, así ya
no peleamos”, tal vez piense. Sin embargo, el problema
sigue ahí, y la situación es incómoda para ambos.
LAS CAUSAS
Deseo de desquitarse. Hay quienes recurren al silencio para desquitarse
de su pareja. Imaginemos que un esposo hace planes para el fin de semana
sin consultar con su esposa. Cuando ella se entera, se enfada y le dice que es
un desconsiderado, pero él la acusa de ser demasiado sensible. Ella se marcha
furiosa, decidida a dejar de hablarle. Es como si le estuviera diciendo: “Tú me
hiciste daño y ahora me toca a mí”.
Deseo de manipular. Hay quienes adoptan esa
táctica para conseguir lo que quieren. Imaginemos que un matrimonio está
planeando un viaje y que ella comenta que le gustaría invitar a sus padres. El
marido no quiere llevarlos y le dice: “Estoy casado contigo, no con tus
padres”. Entonces deja de hablarle para hacerla cambiar de opinión.
Claro, a veces, cuando la situación se pone tensa, es conveniente dejar
de discutir y esperar a que los ánimos se calmen. Ese tipo de silencio es
positivo. La Biblia dice que hay un “tiempo de callar” . Pero
cuando el silencio se usa para desquitarse o manipular, el problema se prolonga
y el respeto que se tienen el uno al otro se debilita. ¿Cómo puede evitar que
le suceda eso?
LO QUE PUEDE HACER
Ante todo tiene que reconocer que la táctica de dejar de dirigirse la
palabra es, a lo más, una solución temporal. Es cierto que
puede satisfacer el deseo de desquitarse u obligar a su pareja a hacer lo que
usted quiere. Pero ¿es así como desea tratar a la persona a la que prometió
amar? Hay mejores maneras de resolver los conflictos.
Trate de captar lo que le quiere decir. La Biblia
dice que el amor “no se siente provocado” . Cuando su
pareja le diga en tono molesto “Nunca me escuchas” o “Siempre llegas tarde”, no
reaccione de manera exagerada. Mejor trate de captar lo que le quiere decir en
realidad. Pudiera ser que la frase “Nunca me escuchas” realmente signifique
“Creo que no tomas en serio mis opiniones”.
Vea a su cónyuge como su compañero de equipo y no como un contrincante
Baje la voz. Las discusiones tienden a hacerse más
acaloradas mientras más duran. Pero usted puede impedirlo. ¿Cómo? El libro
Fighting for Your Marriage (Luche por salvar su matrimonio) explica: “Algo que
ayuda a reducir la tensión es bajar la voz y tomar en cuenta la opinión de su
pareja. Muchas veces basta con eso”.
Piense en los dos, no solo en usted. La Biblia
dice: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra
persona” . Si ve a su pareja como un compañero de equipo y
no como un contrincante, será menos probable que se sienta ofendido, que
discuta y que deje de hablarle.
La táctica de no dirigirse la palabra va en contra de esta exhortación
bíblica: “Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se
ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su
esposo” . ¿Por qué no hace un trato con su
cónyuge y deciden que nunca dejarán de hablarse?
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