La psicología de grupos explica que
cualquier grupo está sujeto a una serie de fases o estadios similares a las del
desarrollo de los seres humanos. Es
decir, los grupos nacen, se desarrollan y finalmente mueren (o vuelven a
renacer cambiando algún aspecto del grupo original).
Algunas
experiencias personales recientes me han llevado a preguntarme si el uso de whatsapp está
contribuyendo a acelerar el proceso natural de disolución de un grupo.
Me explico. Cuando existe algún tipo de disconformidad en los grupos de carne y
hueso (por diferenciarlos de alguna manera de los grupos de whatsapp) suelen formarse subgrupos de
personas que comparten opiniones diferentes al resto.
Es posible que pase algo de tiempo hasta
que el resto de los integrantes del grupo se percate de esta división de
opiniones
(si es que llegan a enterarse) y decidan tomar partido en un sentido u otro.
Sin embargo, en los grupos
de whatsapp cualquier integrante puede plasmar su opinión (o desacuerdo)
de manera directa obligando al resto de integrantes a tomar partido de forma
inmediata.
Y
el problema no sólo queda aquí. Si ocurre algún tipo de disputa personal o
salida de tono entre dos integrantes, se entera el resto de miembros. Una discusión que
podría quedar resuelta en la privacidad tiende a magnificarse al ser conscientes ambas partes de
que todo el mundo se está enterando de su pelea y ambos quieren salir
ganadores.
Y
una vez más, las disputas
públicas entre dos miembros ayudan a la formación de subgrupos al tomar
partido por una de las dos partes. La formación de subgrupos con opiniones
diferentes son el paso previo a la disolución del grupo.
Me
he encontrado con este tipo de experiencias en grupos de whatsapp formados con
un objetivo concreto, por ejemplo en los grupos laborales o deportivos. Normalmente se trata de grupos
en los que hay que tomar algún tipo de decisión. Son grupos que se han
formado con un objetivo superior a la mera comunicación (por amistad si es que
existe) entre sus integrantes.
Dicho objetivo puede ser la realización
de una práctica deportiva común o fomentar las relaciones empresariales entre
sus miembros
(son ejemplos personales, seguro que tú formas parte de grupos con objetivos
distintos).
Es
menos común que este tipo de situaciones
problemáticas ocurran en grupos cuya única finalidad es mantener el contacto y
la comunicación entre sus miembros como son los grupos de amigos.
Si
a todo lo anterior le sumamos el hecho de que en whatsapp es difícil captar las bromas y las ironías
(no todo el mundo utiliza los emoticonos) el problema se acentúa.
¿Qué podemos hacer para evitar este
tipo de problemas?
1. Dejar claro el objetivo del grupo
desde el principio.
La razón por la cual ha sido creado el grupo debe de ser comunicada de forma
clara desde el mismo momento de su creación.
2. Restringir el acceso a nuevos
miembros.
Los nuevos miembros deben estar avalados de alguna manera por alguno de los
integrantes del grupo. Sin este pequeño filtrado previo es muy fácil que se nos
cuele algún elemento “incendiario”.
3. Comunicar el objetivo del grupo a
los nuevos miembros en privado y de manera previa a entrar en el grupo. No todo el mundo
tiene un grupo de amigos alternativo en el cual compartir memes de Julio
Iglesias (y derivados) y cometen el error de compartir estos contenidos en los
grupos equivocados.
4. Usar el sentido común. Si usamos el sentido
común podemos ser flexibles en cualquiera de los puntos anteriores. Que un grupo tenga sus objetivos
perfectamente delimitados no impide que existan pequeños momentos de diversión
en los cuales compartir cierto tipo de contenidos. Esto ayuda a relajar el
ambiente y además da cohesión al grupo.
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