Este
síndrome se puede manifestar de diversas formas.
Lo habitual es padecer a la vuelta de vacaciones un cuadro de debilidad
generalizada.
Puede
haber problemas de insomnio que conviven con una somnolencia importante
a lo largo del día.
La
capacidad de concentración se ve limitada así como la tolerancia al
trabajo.
Esta falta de tolerancia al trabajo viene caracterizada como
una sensación de desidia y
hastío.
En otras ocasiones puede aparecer una sensación de angustia
vital que puede llevar a un bloqueo en el cual la persona que lo presenta es incapaz de tomar
cualquier decisión.
Puede haber un cambio de carácter con cierta agresividad, sin embargo, se
establece habitualmente y de forma progresiva una sintomatología más propia de
un cuadro depresivo.
Por todo ello, se afectan diversos aspectos del estilo de
vida. El trabajo, resulta difícil de realizar.
La concentración así como la capacidad de tomar decisiones
está deteriorada.
Puede ser imposible ordenar la agenda y poner en marcha
todas las gestiones o encargos propuestos. Por ello, puede iniciarse un
verdadero círculo vicioso en el cual el trabajo se va acumulando con lo cual se une al nuevo trabajo por
realizar, aumentado por el retraso de toda la labor acumulada a lo largo
del periodo vacacional.
Una persona introducida en esta dinámica puede acabar en un
callejón sin salida.
Las
relaciones con los demás pueden deteriorarse.
Los más cercanos en el trabajo y en el hogar pueden sufrir las consecuencias.
Un carácter agriado incluso violento puede introducir
tensiones en nuestras relaciones con los demás.
Esto puede llegar a producir la ruptura sobretodo si por
parte de la otra persona no tiene una conciencia real de lo que está
ocurriendo.
Esta crisis puede afectar no solo a las relaciones emocionales sino también a las
laborales.
A nivel
personal se tiene conciencia de que algo no funciona.
El remedio, como ocurre muchas veces está en prevenir su
aparición.
En este sentido se pueden intentar diversas medidas.
El
periodo vacacional permite una libertad que no se tiene en otros periodos del
año.
Ahora bien, mantener cierto horario nos permitirá que
sigamos con un cierto biorritmo.
A medida que se acerca el fin de las vacaciones, una vuelta
progresiva aunque no sea completa, a la rutina habitual puede favorecer que ese cambio no resulte
dramático ni catastrófico (cómo tirarse a una piscina de agua fría).
Evitar una motivación personal excesivamente centrada en las
vacaciones. No se puede
estar deseando las vacaciones durante una mitad del año y lamentarse de que se
hayan acabado durante la otra mitad.
Para ello, se puede acudir a mantener determinadas
aficiones.
Puede haber aficiones que se hayan iniciado durante las
vacaciones, que sean recomendables mantener a lo largo del año.
Evidentemente no deben ser aficiones muy unidas al periodo
del año en el que se encuentre cada persona.
En relación a todo lo anterior, la división del periodo vacacional en varias
partes, puede ayudar de forma importante a cumplir esos objetivos.
Evitará que exista una sensación de saturación respecto a
las vacaciones y nos ayudará a la vuelta saber que todavía nos quedan.
Si a la
vuelta de las vacaciones se produce un enfrentamiento a un trabajo acumulado
durante el periodo estival, se pueden seguir algunas recomendaciones.
En
primer lugar ordenar la mesa de trabajo evitando los montones caóticos.
Se debe hacer un esfuerzo en intentar organizar la agenda, estableciéndose un plan de lucha
real que intente afrontar las tareas pendientes con un orden de prioridades.
Si a pesar de todo lo anterior, se presenta este problema, la ayuda de un
especialista puede ser muy importante. Aportará la ayuda necesaria que
en ocasiones podrá ser farmacológica, sobretodo si se presentan problemas de
ansiedad o de insomnio.
En
otros momentos podrá ser recomendable el empleo de antidepresivos.
NOTA: SI EL TRABAJO ES ALGO TAN TRAUMATICO, CAMBIA DE TRABAJO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios