EL
PROBLEMA
Acaba
de discutir con su cónyuge. “Yo no tengo por qué pedirle perdón —piensa—. Yo no
empecé.”
Usted deja pasar el asunto, pero el
ambiente queda tenso.
Piensa en disculparse, pero simplemente no le sale decir: “Lo siento”.
LAS
CAUSAS
El
orgullo. “A veces me cuesta disculparme con mi esposa porque el orgullo me lo
impide”, confiesa Carlos. * Cuando uno es muy orgulloso, quizás
piense que es humillante reconocer que tiene parte de la culpa.
La
actitud. Es posible que piense que solo debe disculparse si usted
ha causado el problema. Una mujer llamada Sara dice: “Si sé que toda la culpa
es mía, no me cuesta pedirle perdón a mi esposo. El problema es cuando ambos
hemos dicho cosas que lamentamos. ¿Por qué debo disculparme yo, si los dos
metimos la pata?”.
Tal
vez crea que no necesita disculparse si está seguro de que su cónyuge tiene
toda la culpa por lo que pasó. “Si estás convencido de que no has hecho nada
malo —dice José—, pedir perdón sería como admitir que tienes la culpa.”
La
crianza. Quizás usted creció en una familia donde rara vez alguien
pedía disculpas, y eso contribuyó a que le cueste reconocer sus errores. Cuando
alguien no lo aprendió de niño, disculparse con sinceridad le es muy difícil de
adulto.
LO QUE PUEDE HACER
Un
matrimonio apaga un fuego echándole agua
Pedir
perdón apaga el fuego de una discusión
Piense en su cónyuge. ¿Recuerda alguna
ocasión en la que alguien se disculpó con usted? ¿Verdad que se sintió bien?
¿No cree que también le agradará a su cónyuge que usted le pida perdón? Aun si
cree que no ha hecho nada malo, ha hecho que su cónyuge se sienta mal, por más
que esa no haya sido su intención. Sus palabras sinceras pueden ayudarle a
sanar la herida.
Piense
en su matrimonio. Disculparse no es una derrota personal, sino una victoria
para su matrimonio. De hecho, la Biblia dice que “es más
fácil derribar un muro que calmar al amigo [o al cónyuge] ofendido” . Cuando ambos están a la defensiva, es
muy difícil, o hasta imposible, restablecer la paz. Pero disculparse impide que
el problema se complique. De esta manera demuestra que su matrimonio es más
importante que su orgullo.
Discúlpese
cuanto antes. Es cierto que pedir perdón puede ser difícil si usted cree que no
tiene toda la culpa. Sin embargo, los errores de su cónyuge no son excusa para
que usted no haga lo correcto. No piense que con el tiempo se
olvidarán de lo que pasó. Si usted pide perdón por la parte que le toca, su
cónyuge se sentirá impulsado a hacer lo mismo.
Demuestre
que lo dice de corazón. Explicarse no es lo mismo que
disculparse. Tampoco lo es hacer comentarios con un toque de sarcasmo, como:
“No sabía que estuvieras tan sensible”. Asuma que con sus actos quizás ha
herido los sentimientos de su cónyuge, aunque crea que no ha sido para tanto.
Acepte
la realidad. Todos cometemos errores, y es de
humildes reconocerlo. Aunque usted crea que el problema no fue culpa suya, lo
cierto es que solamente ve las cosas desde su propio punto de vista. La Biblia
lo dice así: “El primero que habla siempre parece tener la razón hasta que
llega alguien y lo cuestiona” . Le será mucho más fácil pedir perdón si reconoce que usted también
tiene defectos y comete errores.
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