EL PROBLEMA
Cuando discuten, usted y su cónyuge se echan en cara antiguas faltas
que deberían estar enterradas desde hace mucho tiempo.
¿Por qué? Porque uno de los dos, o los dos, no saben cómo perdonar.
Pero se puede aprender. Claro, antes hay que
entender por qué cuesta tanto trabajo perdonar.
LAS CAUSAS
Manipulación. Hay quienes se niegan a perdonar a su cónyuge a fin de
poder manipularlo más adelante. Entonces, en la siguiente
discusión, sacan a relucir el problema no resuelto para salirse con la suya.
Resentimiento. Las heridas de una ofensa pasada
pueden tardar mucho en sanar. Uno podría decir que ha perdonado, pero quizás
guarde resentimiento e incluso tenga deseos de desquitarse.
Desilusión. Muchos comienzan su matrimonio
creyéndose que su vida será un cuento de hadas. De modo que cuando surgen
peleas, se preguntan cómo es posible que su alma gemela piense tan distinto a
ellos, y se niegan a ceder. Las expectativas irreales lo pueden hacer a uno más
propenso a criticar y menos propenso a perdonar.
Conclusiones equivocadas. Muchas personas creen
que si perdonan a su cónyuge, saldrán perdiendo. Piensan, por ejemplo:
“Si lo perdono, es como restarle importancia a su falta.”
“Si lo perdono, tendré que olvidar lo que
me hizo.”
“Si lo perdono, tendré que soportar que me lo siga haciendo.”
En realidad perdonar no implica nada de lo
anterior. Pero aun así puede resultar difícil, sobre todo en una relación tan
íntima como la de pareja.
LO QUE PUEDE HACER
Trate de comprender qué implica el perdón. El
término bíblico que se traduce por “perdonar” también puede significar
“abandonar”. Así que perdonar no siempre exige olvidar lo que pasó o minimizar
las faltas. En ocasiones simplemente implica “abandonar” el tema, por el bien
de uno y el de la relación.
Piense en las consecuencias de no perdonar.
Algunos expertos opinan que quien guarda rencor corre un riesgo mayor de sufrir
problemas físicos y emocionales, como la depresión o la hipertensión, y eso sin
mencionar el daño que sufre el matrimonio mismo. No en balde dice la Biblia:
“Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense
liberalmente unos a otros”
Piense en los beneficios de perdonar. Quien
acostumbra perdonar no lleva la cuenta de los errores de su pareja, sino que le
otorga el beneficio de la duda. Ese espíritu crea un ambiente propicio para el
amor, no para el resentimiento.
Sea realista. Le será más fácil perdonar si acepta a su cónyuge tal
como es, con sus defectos y virtudes. El libro Fighting
for Your Marriage (Luche por su matrimonio) explica: “Si hace una lista de lo
que no ha recibido, será más difícil hacer una lista de lo que sí ha recibido.
¿En cuál de las dos le gustaría concentrarse?”. Recuerde: ninguno de los dos es
perfecto.
Sea razonable. La próxima vez que se sienta ofendido por algo que el
otro dijo o hizo, pregúntese: “¿Realmente es tan grave lo que pasó? ¿Es necesario exigir una disculpa, o se puede pasar por alto?”.
Si lo cree necesario, hable del asunto. Explique
con calma qué fue lo que le ofendió y por qué se siente así. No le impute malos
motivos a su cónyuge ni haga declaraciones tajantes, pues solo conseguirá que
se ponga a la defensiva. Simplemente dígale cómo se sintió por lo sucedido.
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