La
ley de causa y efecto puede enunciarse afirmando que en la vida todo efecto
tiene una causa específica. Es tan importante que ha sido bautizada con
el nombre de «la ley de hierro del universo». Proclama que todo sucede por alguna razón,
se conozca ésta o no. No existen hechos accidentales. Vivimos en un universo
ordenado, regido estrictamente por leyes; esta idea es crucial para la comprensión del
funcionamiento conjunto de todas las leyes o principios.
La ley de causa y efecto nos
dice que hay determinadas causas del éxito y determinadas causas del fracaso;
que hay causas específicas para la salud y para la enfermedad y que también las
hay para la felicidad y la infelicidad. Si hay un efecto que desees
vehementemente producir en tu vida, lo único que tienes que hacer es retroceder
hasta sus causas y repetirlas. Si hay un efecto en tu vida que te esté originando desazón, actúa del
mismo modo: retrocede hasta sus causas y elimínalas.
Esta ley es tan simple que deja
perpleja a la mayoría de la gente. Las personas, por sistema, hacen o
repiten una y otra vez aquellas cosas o situaciones que les producen
infelicidad y frustración, culpando a los demás y/o a la sociedad de sus
problemas.
Se dice que no deja de ser una forma de
demencia «hacer las mismas cosas del mismo modo con la esperanza de obtener
resultados diferentes». En cierta manera todos hemos caído en esto en
más de una ocasión. Lo que tenemos que hacer es enfrentarnos abiertamente a
esta tendencia y tratar de corregirla.
En el libro de los
Proverbios se dice que «lo que un hombre siembra es lo que cosecha». Pues bien,
a esta versión de la ley de causa y efecto se le llama también la ley de
siembra y recogida; o sea, que lo que siembres será lo que recogerás o, invirtiendo
la oración, lo que hoy cosechas es lo que has sembrado en el pasado. Si en el futuro quieres recoger
una cosecha diferente en cualquier terreno de tu vida, tienes que plantar desde
ahora semillas diferentes; esta afirmación es perfectamente válida en el ámbito
de las «semillas mentales».
La más importante interpretación
que de la ley de causa y efecto – o de siembra y recogida – puede
hacerse es la de que «los
pensamientos son causas y las condiciones efectos».
Tus pensamientos
son las causas primarias de las condiciones de tu vida. Todo lo que forma parte
de tu experiencia ha comenzado con alguna forma de pensamiento, ya sea tuyo o
de alguien más.
Todo lo que eres o llegues a
ser, será el resultado de tu modo de pensar. Si cambias la calidad de tu
pensamiento, cambiarás la calidad de tu vida. El cambio de tu experiencia exterior traerá consigo el
cambio de tu experiencia interior. Recogerás lo que has sembrado. Ahora
mismo lo estás haciendo.
Lo hermoso de esta
ley inmutable es que incorporándola a tus esquemas mentales podrás tener un
control completo de tu pensamiento, de tus sentimientos y de tus resultados. Mediante la aplicación de la ley
de causa y efecto te pondrás tú mismo en armonía con la ley de control.
Inmediatamente te sentirás mejor y más satisfecho contigo mismo.
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