Escrache, un término que alude
a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros
personajes públicos.
Escrache reúne cualidades en los dos aspectos: es una palabra con un
origen no del todo cierto, pero muy interesante, que ha llegado al español de
España desde el de Argentina y Uruguay, y que se convirtió en protagonista de
la actualidad y en el centro de una polémica en la que se cruzaban los
elementos lingüísticos y los políticos.
El Diccionario de la Real
Academia Española no incluye ese término, pero sí el verbo escrachar como una
expresión coloquial propia del español rioplatense con dos significados: ‘romper, destruir o
aplastar’ y ‘fotografiar a una persona’.
El Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la
Lengua Española, añade que en esos países escrachar significa también ‘dejar en evidencia a alguien’.
Y para el sustantivo escrache aporta la definición que ha popularizado
el término fuera de su ámbito original: ‘manifestación popular de denuncia contra una persona
pública a la que se acusa de haber cometido delitos graves o actos de
corrupción y que en general se realizan frente a su domicilio o en algún otro
lugar público al que deba concurrir la persona denunciada’.
Con ese sentido y en el contexto de la investigación de los crímenes de
sus dictaduras, empezó a emplearse con frecuencia en los medios de comunicación
argentinos y uruguayos en los años 90.
En España la palabra se populariza durante las protestas organizadas en
los primeros meses de 2013 por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca
(PAH).
Muy pronto, a la polémica generada por ese tipo de acciones, que llevó
incluso a reformas legales para regular estas manifestaciones, se sumó otra
sobre el propio uso del término, que para algunos representantes políticos no
era más que un eufemismo para lo que consideraban un auténtico «acoso con
métodos violentos».
La polémica llegó incluso al seno de la Policía cuando un sindicato
denunció que se había pedido a los agentes que no empleasen la palabra escrache
en sus comunicaciones y diligencias, aunque luego el Ministerio del Interior
aclaró que había instado a no usarla porque no se adapta a la terminología de
la legislación actual.
Respecto al origen del
término, hay varias teorías. Unas lo sitúan en el italiano schiacciare
(‘aplastar, astillar, machacar’) o en el genovés scraccâ (‘escupir’), términos
que habrían llegado al español a través del lunfardo, una jerga originalmente
empleada por las clases más bajas de Buenos Aires, muchos de cuyos integrantes
provenían de Italia.
Para otros existe una conexión
clara con el inglés to scratch (‘arañar, rasguñar, marcar’). De hecho, en el español de los Estados Unidos se usa escrache como
‘arañazo o rasguño’, como recoge el Diccionario de americanismos.
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