Es posible
recobrar la vida matrimonial cuando se solucionan los problemas de fondo.
Entender la sexualidad en su sentido amplio, es
decir, no solamente en su dimensión física sino también psicológica y emocional, permite
estrechar los vínculos de afecto entre dos personas y disfrutar más al lado del
otro. Las caricias, los
besos, las palabras de amor, las acciones seductoras, la actividad y el
encuentro sexual juegan un papel importante en mantener el equilibrio matrimonial,
en renovarla y en fortalecerla frente a las adversidades.
El mundo
sexual de la pareja es complejo y lo atraviesan las emociones, sentimientos,
cultura e historia de cada uno de sus integrantes, así como las
situaciones a las que se ven enfrentados ambos.
Aunque muchas parejas logran desligar en cierta
medida su actividad sexual física de las situaciones de conflicto que
atraviesan, resulta difícil separar la vida sexual en todas las dimensiones de
dichos problemas o coyunturas.
Es común encontrar
que los problemas sexuales en el matrimonio, como la frigidez,
la falta de libido, la eyaculación precoz, el vaginismo, la impotencia y,
especialmente, la pérdida del deseo sexual estén relacionados con crisis o
problemas en la pareja.
Los reclamos acumulados, las disputas constantes,
los enojos y enfrentamientos diarios, la indiferencia y la falta de
comunicación se reflejan en la cama. En general, la mujer, más que el hombre,
ve afectado su deseo frente a situaciones que la desequilibran emocionalmente.
Sentir que
las cosas no andan bien hace que ellas no estén en la mejor disposición para el
sexo, mientras que, para ellos, esta puede ser la mejor forma de resolver las
diferencias. Sin embargo, tanto hombres como mujeres pueden
llegar a tener problemas sexuales por asuntos no resueltos con su pareja y, en
muchas ocasiones, los dos resultan igualmente afectados.
Cómo mejorar
en la cama
*
Identificar el problema. Es lo más importante en cualquier conflicto de
pareja, además de reconocer que hay un problema y emprender acciones que lleven
a solucionar la situación causante de temor.
* Asumir las
dificultades como pareja. Con frecuencia, los conflictos sexuales tienden a
verse como un problema de uno de los miembros de la pareja, pero es algo que
compete necesariamente a los dos.
* Conversar
con el otro. Enfrentar con madurez las situaciones de la
pareja y aceptar que esta puede estar viviendo un conflicto que sobrepasa lo
puramente sexual.
* Recordar
que no es falta de amor. Es posible recobrar la vida sexual cuando se
solucionan los problemas de fondo que tiene la pareja.
*
Identificar causas en el plano sexual. Mirar qué cosas del
otro repelen el deseo o, en cambio, qué nos gustaría que hiciera. Es importante
indagar por las causas físicas para descartar problemas de esta índole.
* No
rendirse en tiempos difíciles. Sobrepasar el cansancio, el
estrés, la indiferencia, las peleas y, en comunicación con el otro, crear
espacios para encuentros sexuales y sentimentales satisfactorios.
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