De guayabera blanca. Amable. No le
gusta releer sus obras. Así es García Márquez
Después
de ocho días hospitalizado, el escritor colombiano Gabriel García Márquez
regresó su casa, el pasado 8 de abril, para recuperarse completamente de una
infección pulmonar que desató una ola de preocupación sobre su salud.
Cuando
a finales de los años noventa del siglo pasado tuvo lugar, en Cartagena de
Indias, un almuerzo de los participantes en el seminario “Hacia una nueva
cultura política en América Latina”, el entonces director general de la UNESCO,
profesor Federico Mayor Zaragoza, invitó al Premio Nobel de Literatura, Gabriel
García Márquez, para que nos acompañara. Gabo se presentó luciendo una nítida
guayabera blanca. Jamás dejaba de atender las invitaciones de su amigo Federico
Mayor.
Por
supuesto que durante y después del almuerzo, García Márquez fue el centro de la
amena conversación. Cuando
una de las damas asistentes le pidió un autógrafo, Gabo accedió gentilmente a
hacer una excepción a la regla que él mismo se había impuesto de solo estampar
su firma en sus propios libros. Sin embargo, aprovechó la ocasión para
referirnos que esa norma le servía como un test para comprobar la difusión de
sus obras. Y nos comentó que no había avión en que viajara donde no se le
acercaran al menos dos o tres pasajeros para solicitarle su autógrafo en alguno
de sus libros, que precisamente iban leyendo en el vuelo.
FOTO
POR AUTÓGRAFO
El
caso más insólito fue en Nueva York, cuando con un grupo de amigos salió a la
puerta de su hotel y se
les ocurrió tomarse una foto. A la primera persona que acertó a pasar le
pidieron el favor de tomarles la foto. Resultó ser una joven estudiante
norteamericana que iba apresurada y cargando una mochila.
Ella
aceptó, sin dejar de manifestar que estaba muy precisada. Al momento de enfocar
al grupo identificó a García Márquez y le dijo: “¿Usted es Gabriel García Márquez?” Al contestarle
afirmativamente, la muchacha de inmediato puso una condición para hacer el
favor: “Yo les tomo la foto y usted me firma el ejemplar de Cien años de
soledad que llevo en mi mochila”.
La
conversación nos llevó a conocer que Gabo ingresó, no sin cierto temor, en el
mundo de las computadoras, dejando su vieja máquina de escribir, cuyo tecleo al
principio echaba mucho de menos. El primer libro que escribió utilizando una
computadora fue El amor en tiempos del cólera , quizás la primera novela que en
América Latina se redactó totalmente en computadora. Gabo nos confesó que una vez publicadas sus obras
nunca más volvía a leerlas, pues ya otras estaban dándole vueltas en la cabeza.
En un par de meses —dijo— esperaba concluir su última novela, cuyo tema sería
un sonado caso de secuestro que tuvo lugar en Colombia. Y dos novelas más, al
menos, lo “estaban persiguiendo”.
Sobre
él Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927)
(87 años), mejor conocido como Gabriel García Márquez, es un escritor,
novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano. En 1982 recibió el
Premio Nobel de Literatura.
El autor de Cien años de soledad es
famoso tanto por su genio como escritor así como por su postura política. Su
amistad con el líder cubano Fidel Castro ha causado mucha controversia en el
mundo literario y político.
CON
TORRIJOS
Las anécdotas más interesantes que esa tarde
nos refirió García Márquez, fueron en relación con su entrañable amistad con el
general Omar Torrijos. Sucedió —nos comentó—, que cuando se iba a firmar en la
sede de la OEA en Washington DC el tratado Torrijos-Carter, en virtud del cual
Estados Unidos devolvió a Panamá el Canal, Torrijos invitó a García Márquez
para que fuera parte de la comitiva que le acompañaría a la histórica
ceremonia.
Gabo
le advirtió a Torrijos lo difícil que le sería conseguir la visa de entrada a
los Estados Unidos, a lo que Torrijos le respondió que no habría problema
alguno si lo acreditaban como miembro de la delegación de Panamá.
Al
llegar a Washington, DC la comitiva fue hospedada frente a la Casa Blanca, en la
Mansión Blair. La misma tarde del arribo, un grupo de exiliados chilenos se
presentó para invitar a García Márquez a protestar, en las aceras de la Casa
Blanca, contra la presencia de Augusto Pinochet en la ceremonia de la firma del
tratado.
Todos
los presidentes de América Latina estaban invitados. Al rato, Gabo daba vueltas
frente a la mansión presidencial, portando una pancarta que decía: “¡Fuera
Pinochet asesino!” Un miembro de la delegación de Panamá lo vio y se lo fue a
contar a Torrijos. El comentario de este fue: “Y yo que me muero de envidia”. A
la hora de trasladarse a la sede de la OEA, donde la ceremonia exigía traje
formal, Gabo se presentó con su acostumbrada guayabera blanca. El jefe de
protocolo de Panamá corrió a informar a Torrijos, quien se limitó a decir: “Déjenlo. Es el único que va
vestido como panameño”.
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