El
maridaje entre el vino y la comida es el proceso de casar metafóricamente a un
alimento con un vino con la intención de realzar el placer de comerlos.
En muchas culturas el vino ha sido considerado un alimento básico en la
mesa, y de alguna manera tanto la producción como las tradiciones culinarias de
una región han evolucionado conjuntamente a lo largo de los años.
Más que seguir una serie de normas, las tradiciones
culinarias lugareñas simplemente
se combinaban con los vinos de la zona. Así, el arte de combinar los
alimentos es un fenómeno
relativamente nuevo y moderno que mueve a la industria editorial y a los
medios de comunicación mediante publicaciones sobre el maridaje del vino y la
comida.
En el ámbito de la restauración, el sumiller normalmente
es el encargado de recomendar las combinaciones de comida y vino a los
comensales.
El concepto principal tras el
maridaje reside en que ciertos elementos que se encuentran en los alimentos y
en el vino, como la textura y el sabor, reaccionan de manera diferente al
mezclarse; y encontrar la combinación adecuada de éstos hará del comer una
experiencia más placentera para el paladar. La máxima del maridaje es crear
sensaciones nuevas, tanto en la degustación del vino como de la comida con la
que lo acompañamos.
La palabra maridaje es polémica en sí, ya que muchos ven
con cierto recelo, la similitud entre el matrimonio y esta palabra. Otros
expertos, críticos y aficionados prefieren los términos "armonía" o
"acorde".
Los vinos suelen ser el complemento perfecto de la
comida; y cada plato debe ir acompañado por una clase de vino en particular.
El maridaje puede ser de dos tipos:
1 Por
complementación: Los sabores del vino y de los alimentos son parecidos, por lo
tanto se refuerza la gama de ambos sabores. Por ejemplo, un alimento
suave intensifica el sabor de un vino suave y viceversa. Los vinos dulces
servidos con tartas de fruta hacen un maridaje por complementación.
2 Por
contraste: La intensidad de los sabores del vino y de los alimentos es distinta.
Un buen contraste permite resaltar uno de los dos o enfrentarlos, si es que
ambos tienen mucho carácter. Es el caso de los quesos fuertes como el
Roquefort, que necesitan vinos tintos de mucha robustez como los de Rioja, Burdeos
o Borgoña. Pero es importante cuidar bien el tipo de contraste, porque un
alimento muy poderoso puede opacar por completo a un vino suave, y un vino de
gran carácter dejará atrás a un alimento muy delicado.
Hay diferentes maneras de buscar la unión entre el vino y
los alimentos, puede ser que prefieras la complementación o que elijas el
contraste entre los sabores. Vale la pena probar estas dos
combinaciones, pero también rompiendo reglas puedes conseguir excelentes
resultados.
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