En una mañana soleada de enero de 2009, Susan Southerland
iba al banco. Las ventas
de su negocio de organización de bodas, Just Marry, se estaban yendo a pique, y
ella se encontraba en el banco para transferir otros US$ 10.000 de una línea de
crédito con garantía hipotecaria a su cuenta empresarial. Del lado de
Southerland estaba Michelle Butler, su mejor amiga –y la única empleada de Just
Marry. Southerland recurrió
a su amiga y le prometió que todo estaría bien. Que el negocio sobreviviría.
Luego ambas acordaron que ninguna de ellas quería trabajar sin la otra.
En las próximas semanas, Southerland se encontraba acosada
por esa promesa. Ella
despertaba cada noche con ansiedad e iba a trabajar cada día con nudos en su
estómago. Luego de una década con un crecimiento anual del 20%, Just
Marry estaba en una caída
libre, víctima de la recesión. El salario y los beneficios de Butler
constituían uno de los mayores gastos de la compañía. Lo más lógico era despedir
a Butler. ¿Pero podría
Southerland realmente despedir a su mejor amiga?
Luego de hacer los cálculos, era claro que el salario de US$
40.000 de Butler, un seguro de salud e impuestos de nómina representaban un grandísimo
problema para el negocio, dijo Terri Oster, uno de los consejeros de
Southerland. Just Marry en vez necesitaba depender de contratistas
independientes que se les pudiera pagar por hora y sin beneficios. Southerland no sabía qué hacer.
Butler era madre soltera en medio de una difícil ruptura con su prometido.
El día de la decisión llegó en febrero de 2009. Southerland
llamó a Butler. Una vez
más discutieron sobre los gastos de la compañía y las ganancias yendo en
descenso. Pero esta vez, Southerland sabía qué hacer. Ella se armó de coraje y le dijo a
su amiga y colega: “Tengo
que hacer que esto funcione. Debo dejarte ir”.
Butler se sintió herida pero no
estaba particularmente sorprendida. “Ambas sabíamos que esto iba en esa
dirección”, ella dijo. De una manera empresarial, las dos mujeres
comenzaron a descifrar como librarse de su compromiso. Butler dijo que quería comenzar su propio negocio
de organización de eventos y Southerland estuvo de acuerdo en dejarle a sus clientes actuales,
algunas fotos, documentos y planillas que habían desarrollado juntas.
Además, ella le dio a Butler dos meses de compensación por despido.
Dos
años después, la industria de la organización de bodas en Orlando se encuentra
mejorando, y Just Marry se ha recuperado. Southerland reservó 200 bodas
el año pasado, impulsando así las ventas en un 40%. Ella ahora tiene dos
empleados a tiempo completo. Y Michele Butler Events se encuentra prosperando,
con 4 empleados a medio tiempo y una fuerte carga de compromisos. Ambas empresas todavía tienen
que competir por trabajo. La amistad también se encuentra mejorando. Al
principio, las dos mujeres eran cordiales y algo extrañas la una con la otra. Ahora son amistosas.
Ellas se ven alrededor de una vez por mes y hablan con frecuencia por teléfono.
Butler asistió a la boda de Southerland el verano pasado. Es bueno tener a Southerland de
nuevo en su vida, afirma Butler, aunque admite que extraña el intenso lazo que
una vez compartían. “Solíamos ser como hermanas”, ella dijo. “No creo que jamás
tenga otra amistad como esa”.
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