«Si
alguien llega al trabajo y dice que está triste, la gente no lo va a ver bien,
lo juzga»
Hablar
de nuestros sentimientos muchas veces es complicado. Incluso sentir, en
general, puede suponer un reto para muchos. Somos seres sociales, repletos de emociones que
durante nuestra vida aprendemos a controlar, aunque hay algunas que nos cuestan más que otras.
Seguro que alguna vez lo has pensado, ¿por qué me cuesta tanto
explicar cómo me siento? o ¿por qué no soy capaz de ser sincero conmigo
mismo?. ¿por qué tenemos miedo a sentir?
«Considero
que tenemos miedo a sentir por dos razones», dice el psicólogo, y
advierte: «Primero porque
no nos han entrenado para ello». «También ocurre que, en general, no
está bien visto. Si
alguien llega al trabajo cojeando, y explica que tiene un esguince, no pasa
nada. En cambio, si
alguien llega al trabajo y dice que está triste, la gente no lo va a ver bien,
lo juzga».
Es
muy importante ser capaz de hacer introspección para reconocer cómo nos
sentimos. «Cuando
te levantas, es fácil saber si te duele algo o no. En cambio, debemos
hacer el ejercicio de ver si estamos tristes, o preocupados por ejemplo, con el
objetivo de reconocerlo, para aislarlo y controlarlo».
La
otra razón es el efecto «fake happiness», una presión que sentimos y tiene su
origen en las redes sociales. Ver cómo, a través de la pantalla, todo el
mundo se lo pasa bien y es muy feliz muchas veces distorsiona nuestra visión de
la realidad. «En ocasiones llegan a la consulta del psicólogo personas agobiadas por no ser
felices continuamente, y no son conscientes de que lo normal no es ser feliz todo el tiempo,
lo normal es sentirse
triste, o melancólico, o preocupado», comenta el psicólogo.
Derecho
a estar triste
Por ello, se reivindica nuestro «derecho a estar tristes», a experimentar una de las emociones que más miedo nos da sentir. «La tristeza es parte del necesario balance del que nuestras emociones se nutren. Simplemente, no podemos saber si somos felices, si no conocemos la tristeza».
El psicólogo dice «nos da miedo recordar cualquier tipo de tristeza que nos
pueda llevar a sentirnos infelices». Es por ello por lo que muchas veces
evitamos expresar a los demás lo que sentimos. También nos negamos a nosotros mismos, en nuestro
enterior, experimentar emociones a las que damos una connotación negativa.
Este «miedo a sentir»
se denomina «murallas
emocionales», descritas como «las defensas psicológicas que utilizamos para
adaptarnos a circunstancias dolorosas». Estos «trucos de supervivencia
emocional», que tal como explica el psicólogo en momentos concretos nos ha ayudado a superar
situaciones difíciles, pueden «terminar siendo dañinos para nosotros
mismos» e incluso explica que
pueden afectar «a quien se preocupa por nosotros».
El psicólogo advierte del peligro de «hacer mal uso de nuestras emociones».
«Si las dramatizamos en vez de sentirlas (...) o nos autocompadecemos, eso
puede ser destructivo», relata. «Cuando somos capaces de sentir todas nuestras emociones, nuestra vida
tiene significado y propósito. Si evitamos sentir, perdemos
frecuentemente el contacto con nosotros mismos, con quieres somos».
Por ello, se reivindica nuestro «derecho a estar tristes», a experimentar una de las emociones que más miedo nos da sentir. «La tristeza es parte del necesario balance del que nuestras emociones se nutren. Simplemente, no podemos saber si somos felices, si no conocemos la tristeza».
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