Los discípulos de un maestro,
famoso por ser erudito y fino, le preguntaron por qué acostumbraba a esclarecer
la verdad contando una historia.
Él
respondió:
- Todo esto puedo explicarlo contando una parábola sobre la propia Parábola.
"Un
día , la Verdad andaba
visitando a los hombres sin ropa y sin adornos, tan desnuda como su nombre.
Y todos los que la veían, le
daban la espalda
de miedo o de vergüenza
y
nadie le daba la bienvenida.
Así la Verdad recorría, los
confines de la Tierra, despreciada y apartada.
Una
tarde, muy desconsolada y triste, la Verdad encontró a la Parábola, que paseaba alegremente, con una ropa
muy bella y colorida.
-
Verdad, ¿por qué estás tan
abatida? le preguntó la Parábola.
- Porque soy tan vieja y fea que los hombres me evitan, replicó la Verdad.
- Qué disparate, dijo la Parábola, riendo.
- No es por eso que los hombres te evitan.
- Toma, ponte una de mis ropas y fíjate lo que pasa.
Entonces,
la Verdad se puso una de
las lindas prendas de la Parábola y de repente, en todos los lugares por donde pasaba, Era
bienvenida!
El maestro sonrió y concluyó:
Pues la verdad es que a los hombres no les gusta encarar a la Verdad desnuda...
Ellos, prefieren disfrazarla.
- Todo esto puedo explicarlo contando una parábola sobre la propia Parábola.
- Porque soy tan vieja y fea que los hombres me evitan, replicó la Verdad.
- Qué disparate, dijo la Parábola, riendo.
- No es por eso que los hombres te evitan.
- Toma, ponte una de mis ropas y fíjate lo que pasa.
Pues la verdad es que a los hombres no les gusta encarar a la Verdad desnuda...
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