“Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar
dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos
para crear impresiones que
no durarán en personas que no nos importan” (Emile Henri Gauvreay) Existen nuevas corrientes
sociales posmaterialistas, como el decrecimiento, la simplicidad voluntaria, el
movimiento slow, el downshifting.
Todas ellas promueven
disminuir el nivel cuantitativo de nuestra vida para incrementar el
cualitativo.
No en vano, la auténtica abundancia reside en nuestro
interior.
Cuanto más altruistas
somos, más felices no sentimos.
Y entonces, ¿qué es la
abundancia? Metafóricamente, vendría a ser como un manantial, una fuente de
bienestar, felicidad y plenitud que está en lo más profundo del ser.
Pero hay que profundizar
para llegar hasta él.
Para acceder a este
manantial, es fundamental interiorizar estas ocho claves:
1. EXPLORA EL CONTRASTE EN TU VIDA
La mayoría de personas somos pobres espiritualmente.
Es decir, estamos
totalmente desconectadas del ser, de nuestro manantial interno.
Por eso solemos
experimentar vacío, escasez y malestar.
Curiosamente, solemos
creer que la causa de estas desagradables sensaciones tienen que ver con
nuestra pobreza externa.
En la medida en que
gozamos de cierta riqueza material, muchos experimentamos un clic.
De pronto al decorado no
le falta de nada, verificando que nosotros somos lo único que falta en nuestra
vida.
Gracias a este contraste
nos damos cuenta de que la verdadera abundancia no viene de afuera, sino que
nace de adentro.
2. CUIDA DE TU CUERPO PREVENTIVAMENTE
Existe un primer tipo de abundancia: la física, la cual consiste en gozar de salud y de energía vital.
Solo por el hecho de que
nuestro cuerpo funcione ya podemos sentirnos abundantes.
Y si no, preguntémoselo a
quienes están aquejados de enfermedades o han sufrido algún tipo de amputación.
La salud es nuestra
verdadera naturaleza; la enfermedad es un síntoma que pone de manifiesto que
algo está fallando.
De ahí que sea fundamental
cuidar nuestro cuerpo de forma preventiva por medio de un adecuado descanso,
una alimentación sana y consciente y un ejercicio físico regular.
3. PRACTICA LA SOBRIEDAD
Muchos solemos tapar nuestro vacío con todo tipo de sustancias y adicciones.
Pero más allá de buscar la
gratificación instantánea por medio del placer a corto plazo, es esencial
aprender a sostener y aceptar el aburrimiento y la ansiedad que sentimos cuando
dejamos de parchear nuestro malestar.
En este sentido, es
fundamental abrazar la sobriedad, la cual nos permite comprender que el
verdadero bienestar no tiene nada que ver con lo estímulos externos, sino con
el conexión con el ser.
Cuando vivimos conectados
nos damos cuenta de que no necesitamos nada de lo de fuera para sentirnos
completos y felices.
El primer paso consiste en
armarnos de valor para desintoxicarnos de todo lo que útilizamos para evadirnos
y narcotizarnos.
En este caso, la recompensa
viene a medio plazo.
4. CULTIVA LA GENEROSIDAD Y EL ALTRUISMO
Existe un Segúndo tipo de abundancia: la psico-espiritual, la cual consiste en sentir amor y felicidad.
Más allá de desear y
esperar que nos quieran, comprometámonos con amar.
No en vano, el verdadero
amor beneficia más al que ama, que al que es amado.
Curiosamente, la
generosidad y el altruismo son la forma más elevada de saciar nuestro egoísmo.
Cuando damos desde el
corazón, recibimos mucho más de lo que imaginamos.
Así, lo que favorece
nuestro bienestar espiritual es lo que compartimos, ofrecemos y entregamos a
los demás.
Procurando el bienestar de
los demás es como encontramos el nuestro.
5. DESARROLLA LA COMPERSIÓN
Si bien en general nuestras relaciones están tiranizadas por la comparación, la envidia y los celos, existe una emoción completamente opuesta: la compersión.
Se trata de sentir alegría
por la alegría ajena, admirar los talentos que vemos en otras personas, así
como aplaudir el éxito ajeno.
Cada vez que veamos a
alguien abundante y feliz, bendigámoslo, pues quiere decir que nosotros también
podemos sentirnos de esa manera.
Y cada vez que conozcamos
a alguien que ha conseguido algo que a nosotros nos gustaría lograr,
felicitémoslo, pues significa que también es posible para nosotros.
La envidia nos destruyen y
empequeñecen; en cambio la admiración y la compersión nos nutren y engrandecen.
6. ENTRENA EL AGRADECIMIENTO
Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestra realidad, sino la percepción que tenemos de ella.
En general solemos
quejarnos constantemente cuando las cosas no son como nos gustarían que fueran.
Esa es nuestra pobreza.
La verdadera riqueza nace
cuando valoramos lo que tenemos, disfrutando de lo que está a nuestro alcance.
Esta actitud nos llena de
positivismo, alegría y buen humor.
Lo cierto es que nuestra
capacidad de valorar y agradecer es tan infinita como lo es nuestra
imaginación.
Irónicamente, la mayoría
empezamos a valorar lo que teníamos justo en el momento en el que lo perdemos.
7. HAZ LAS PACES CON EL DINERO
Existe un tercer tipo de abundancia: la económica, la cual tiene que ver con el tiempo y el dinero que disponemos.
Muchos estamos
inconscientemente peleados con el dinero.
Creemos que es la raíz de
todos los males del mundo en el que vivimos.
Y que los ricos son
personas malvadas, codiciosas y corruptas.
Sin embargo, el dinero no
es bueno ni malo; es completamente neutro.
Es un medio de
intercambio.
De hecho, es energía.
Lo importante es que hacemos
para ganar dinero, cómo lo administramos y en qué lo gastamos.
El primer paso es hacer
las paces con el dinero, dejando de proyectar en él nuestros demonios internos.
Curiosamente, las personas
verdaderamente ricas espiritual y económicamente suelen ser austeras.
Han aprendido a controlar
el dinero, en vez de dejar que éste las controle a ellas.
8. ORIENTA TU VIDA AL BIEN COMÚN
Hay que diferenciar entre objetivo y resultado.
Nuestro objetivo no puede
ser ganar dinero o tener abundancia.
Más que nada porque
pensando así solemos corrompernos.
En cambio, si nuestro
objetivo es generar riqueza, abundancia y prosperidad para otros, entonces el
dinero viene como resultando.
De este modo podemos
actúar de forma completamente íntegra.
Las personas
verdaderamente abundantes son aquellas que han descubierto su razón de ser,
desarrollando una vocación de servicio orientada al bien común, aportando el
máximo valor añadido.
Si quieres abundancia de
la buena, encuentra la manera de ayudar y beneficiar al mayor número de
personas haciendo algo que te apasione hacer.
En la medida que ponemos en practica estas claves,
terminamos verificando que la abundancia no nace por las cosas que tenemos,
sino por las sensaciones que sentimos.
Que la riqueza no se logra por lo que tomamos, sino que se crea por lo que aportamos.
Y que la prosperidad no se mide por lo mucho más que podemos acumular, sino por lo mucho más que podemos entregar.
La mayoría de personas somos pobres espiritualmente.
Existe un primer tipo de abundancia: la física, la cual consiste en gozar de salud y de energía vital.
Muchos solemos tapar nuestro vacío con todo tipo de sustancias y adicciones.
Existe un Segúndo tipo de abundancia: la psico-espiritual, la cual consiste en sentir amor y felicidad.
Si bien en general nuestras relaciones están tiranizadas por la comparación, la envidia y los celos, existe una emoción completamente opuesta: la compersión.
Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestra realidad, sino la percepción que tenemos de ella.
Existe un tercer tipo de abundancia: la económica, la cual tiene que ver con el tiempo y el dinero que disponemos.
Hay que diferenciar entre objetivo y resultado.
Que la riqueza no se logra por lo que tomamos, sino que se crea por lo que aportamos.
Y que la prosperidad no se mide por lo mucho más que podemos acumular, sino por lo mucho más que podemos entregar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios