El
filósofo griego Heráclito, 540-480, a.C., fue un profeta cuando dijo que lo
único estable era el cambio.
Solo que hoy en día sus tesis y su vaticinio se cumplen con mayor
velocidad en un mundo frenético.
El
mejor ejemplo lo vemos en los niños de ahora, en sus
osadas preguntas y en su modo de ver la vida.
Aunque parezca raro ellos asumen con más equilibrio y paz que los
adultos realidades como las separaciones y la misma muerte.
Sí, el cambio se impone pero muchos se resisten por miedo o
comodidad y los deja el tren de la historia.
Por eso a todos nos sirve mirar hacia atrás y aceptar que todo
cambia sin que el mundo se acabe.
En la Edad Media, todos creían, como lo creyó
Aristóteles, que el
corazón era el centro de la inteligencia.
Hoy tu inteligencia está en ser flexible al cambio,
así tu corazón no sufre y gozas de sosiego y felicidad.
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