La
culebrilla es conocida como una erupción muy dolorosa derivada del virus
varicela – zóster, el mismo que ocasiona la varicela. Ésta se presenta cuando
un virus que ataca las células nerviosas se reactiva después de un tiempo y es
de esa manera como se causa la erupción o salpullido.
Lo que sucede es algo como esto: una vez que hayas tenido
varicela, el virus Zóster se mantiene en los tejidos nerviosos de tu cuerpo; en realidad nunca desaparece,
simplemente está inactivo pero el problema es que puede reactivarse después y
es, justamente, en esa
reactivación en el instante en que se da la culebrilla.
Se cree que la razón por la cual se reactiva el virus
varicela-zóster está en el sistema inmunológico, el cual, con el pasar del tiempo, se
debilita después de haber tenido varicela durante la infancia.
¿Qué pasa cuando se reactiva el virus?
En el momento de reactivación del virus, éste empieza a
propagarse a través de los nervios y es precisamente esa razón la que generalmente causa una sensación
incómoda de cosquilleo y ardor en las zonas afectadas. En ese instante,
el virus se encuentra circulando por todo el sistema nervioso pero, en dos o
tres días, llega a la piel. En el momento en que éste se encuentra con la
epidermis, se da la aparición de ampollas agrupadas por toda la superficie del
nervio afectado (a lo largo). La piel puede responder con mucha sensibilidad, por lo que puede
presentarse mucho dolor.
Si
has tenido varicela, puedes correr el riesgo de que la culebrilla aparezca tras
la reactivación del virus. Sin embargo, el virus suele reactivarse con más
frecuencia en personas que tienen el sistema inmunológico debilitado o en
mayores de 50 años. El riesgo es mayor a medida en que se va
envejeciendo. Asimismo, si se habla de una persona que está recibiendo un
tratamiento para el cáncer o que posee VIH, es muy posible que la culebrilla se
presente. En los segundos, es probable que aparezca como uno de los primeros síntomas que avisan
que algo no está bien en el sistema inmunológico.
¿Cuáles son los síntomas?
1. El
primer síntoma es, comúnmente, un dolor fuerte en un solo lado del cuerpo,
acompañado con un hormigueo o un ardor. El ardor o el dolor pueden
llegar a ser muy intensos y aparecen, en la mayoría de casos, antes de que se
de cualquier erupción, como anunciando la aparición de ésta.
2. Otro
síntoma que puede presentarse es el de la formación de parches en la piel,
a los que les sigue la aparición de pequeñas ampollas.
* Otros síntomas posibles:
1. Fiebre y escalofríos.
2. Úlceras genitales.
3. Dolor articular.
4. Sensación de malestar general.
5. Dolor abdominal.
6. Dolor de cabeza.
7. Inflamación de los ganglios linfáticos. * Si el virus
afecta un nervio facial:
1. Problemas de visión.
2. Pérdida del movimiento del ojo.
3. Problemas o disminución de sensaciones en el sentido
del gusto.
4. Caída del párpado.
5. Dificultad para mover algunos músculos en la cara.
*También:
Puede causar fatiga, fiebre no muy elevada y dolores
musculares leves.
¿Se cura?
Ciertamente
se puede curar la culebrilla. En este punto, se hace necesario visitar
al médico para que te diagnostique o para que te prescriba un posible
tratamiento o te formule medicamentos que puedan combatir el virus.
Generalmente, son utilizados medicamentos
con propiedades antivirales, que posibilitan la disminución del dolor y
previenen las complicaciones; asimismo, contribuyen a acortar el curso
de la enfermedad.
Los medicamentos pueden utilizarse trascurridas 24 horas
después de haber empezado a sentir dolor o ardor. Para la curación, es mejor empezar a tomar los
medicamentos antes de que aparezcan las ampollas.
Por otra parte, para una pronta mejoría, se recomienda
que reposes en cama hasta que la fiebre disminuya. Asimismo, lava los artículos no desechables
en agua hirviendo; también, mantén la piel limpia y, ante todo, no reutilices
artículos contaminados.
El
virus puede permanecer por dos o tres semanas y extrañamente reaparece.
Es importante que te cuides y que seas diagnosticado pues, en casos extremos o
cuando el virus afecta los nervios motores, puede darse no sólo debilidad, sino
que podría padecerse una parálisis temporal o permanente. Además, el dolor puede ser muy
leve pero también podría llegar a ser intenso e insoportable. Recuerda visitar
al médico, cuidarte y reposar.
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