Hermann Hesse (1877-1962) fue un
pintor y novelista alemán nacionalizado suizo que obtuvo el Premio Nobel de
Literatura en 1946 en reconocimiento a toda su obra literaria. En 1891
ingresaría en el seminario evangélico de Maulbronn, del que se escaparía un
años después a causa de la rigidez educativa de la institución que le impedía,
entre otras cosas, estudiar poesía.
En la época en la que trabajó como librero, publicó en el
otoño de 1898 su primer libro de poemas, "Canciones románticas", con apenas éxito.
Tras la publicación de la novela "Peter Camenzind", en 1904, Hesse pudo entonces vivir
de sus obras.
Hesse, ese escritor de personalidad difícil y un tanto
huraño, que publicó muchas obras bajo el seudónimo de Emil Sinclair, nos
dejaría grandes títulos como “Demian” (1919), “Siddharta” (1922), “El lobo estepario”
(1927) o “El juego de los abalorios” (1943).
Sus libros, que han sido traducidos a más de 40 idiomas, se caracterizan por una gran
profundidad psicológica. Se dedicó a difundir en muchos de sus escritos el amor que sentía por
la mística oriental y su interés por lo espiritual. Su búsqueda de
nuevos valores y puntos de referencia para reemplazar a los tradicionales se
convertirían en una constante. No en vano, su narrativa sencilla y fluida lo
han convertido en uno de los autores más leídos del mundo.
Estas son algunas de sus frases más célebres:
“Hay
millones de facetas de la verdad, pero una sola verdad”.
“Cuando
alguien que de verdad necesita algo, lo encuentra, no es la casualidad
quien lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”.
“La
vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un
camino, el esbozo de un sendero”.
“Cuando
odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros”.
“Cuando
se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre
nosotros”.
“Hago mi camino cansado y polvoriento, y detenida y
dudosa queda tras de mí la juventud, que baja su hermosa cabeza y se niega a
acompañarme”.
“Hay
quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos”.
“La divinidad está en ti, no en conceptos o en libros”.
“La
belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla”.
“Hacer versos malos depara más felicidad que leer los
versos más bellos”.
“Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más
fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia”.
“Alguno no llega jamás a ser hombre, y sigue siendo rana,
ardilla u hormiga”.
“La
felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz”.
“Las palabras no sirven para explicar un sentido
secreto”.
“Si
para divertirte necesitas el permiso de los demás, entonces eres verdaderamente
un pobre diablo”.
La
belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla.
La
divinidad está en ti, no en conceptos o en libros.
La práctica debería ser producto de la reflexión, no al
contrario.
¡Qué extraño es vagar en la niebla! Ningún hombre conoce
al otro.
¿Acaso
todo, todo lo que pueda alegrar una pizca la vida está lejos de mí?
Hago mi camino cansado y polvoriento, y detenida y dudosa
queda tras de mí la juventud, que baja su hermosa cabeza y se niega a
acompañarme.
Otro es hombre de medio cuerpo arriba, y el resto, pez.
Las palabras no sirven para explicar un sentido secreto.
Quien "no encaja en el mundo" , está siempre
cerca de encontrarse a sí mismo.
La desesperación es el resultado de pretender tomarse en
serio la vida con todas sus bondades, la justicia y la razón, y de cumplir con
sus exigencias.
Vivimos
sólo de nuestros pobres, bellos, y magníficos sentimientos, y cada sentimiento
que lastimamos es una estrella que apagamos.
Ninguno de los libros de este mundo te aportará la
felicidad, pero secretamente te devuelven a ti mismo. Allí está todo lo que
necesitas, sol y luna y estrellas, pues la luz que reclamas habita en tu
interior.
Algo más, algo menos, mi querido muchacho, las voces de
los hombres son todas un engaño; sólo somos honestos cuando niños, y ya después en el sepulcro.
La mañana y la noche vienen otra vez vienen siempre de
nuevo mientras que tú jamás.
Ningún
hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar
a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede.
El
sol nos habla por medio de la luz, con aroma y color lo hacen las flores, el
aire con las nubes, nieve, y lluvia.
La
humanidad y la política en el fondo siempre se excluyen. Ambas son
necesarias, pero es casi imposible servir a ambas a la vez. La política exige
un partido, la humanidad prohíbe el partido
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