Valora la inmensa energía
de tu espíritu que es una chispa de la luz divina, y anímate a concretar tus
sueños.
Cierra las puertas de tu corazón y tu mente a pensamientos y
sentimientos que le cortan las alas a tu esperanza.
Siente que con ella vuelas como la cometa colorida a la que un niño le
suelta cordel con ganas de estar el también en lo alto.
Imagina que estás exultante
y animoso estrenando la alegría y mirando el universo con la avidez del
descubridor.
Si lo quieres puedes admirar hasta lo más diminuto como lo hace aquel
que grita su libertad tras dos años de un horrible secuestro.
El sol te regala su luz y su calorcito, el viento es tu abanico, el agua
canta para ti en el riachuelo y el pan caliente te pide que lo saborees.
Aspira los aromas de las
flores, deléitate viendo como el viento juega con las nubes y reconoce las
figuras que hacen.
La vida está allí con miles
de ofertas gratuitas, y las pruebas que afrontas no son castigos, son
aprendizajes espirituales.
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