Dormir
mal es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una
enfermedad de salud pública que afecta la vida escolar, universitaria, laboral
y social de las personas.
La
cantidad de horas que son necesarias para que el cuerpo y la mente descansen
dependen de la edad y de características individuales.
Algunas personas necesitan dormir más que otras. No
obstante, hay rangos de horas que son aconsejables dormir dependiendo de la
edad.
-Lactantes: Los más
pequeños son quienes más horas diarias deben dormir para garantizar un adecuado
desarrollo de su cerebro. Aproximadamente 15 horas al día es lo saludable.
-Niños pequeños: La
necesidad de sueño se va reduciendo con el tiempo. A partir de los tres años un
niño debe dormir alrededor de 11 horas.
-Niños en edad escolar:
Las actividades físicas y mentales dirías de los niños en los jardines y
colegios demandan un alto gasto de energía, por eso el descanso es vital. De
tal manera que los niños a esta edad deben dormir como mínimo diez
horas.
-Adolescentes: Esta
etapa de la vida está marcada por importantes cambios físicos y sociales, por
lo cual es frecuente que haya poca constancia en la rutina del sueño. Muchos
adolescentes prefieren aprovechar al máximo las horas nocturnas y priorizan
otras actividades sobre el descanso. En estas edades se le debe dedicar
ocho horas al descanso.
-Adultos: El ritmo de
vida en la edad productiva es bastante pesado. Las labores diarias, el trabajo
excesivo y la familia absorben las horas necesarias de descanso. No obstante,
lo recomendado es dormir entre seis y ocho horas
diariamente.
-Adultos mayores: El
sueño tiene una gran importancia en las últimas décadas de la vida. Sin
embargo, el comportamiento de sueño cambia con el paso del tiempo. En esta
época es común que se el sueño se vuelva superficial fragmentado, por lo que se duerme durante algunas horas en el día y otras en la noche, sumando
en total de unas ocho a diez horas.
Dormir de manera intermitente o superficial durante ocho
horas no es igual que dormir de manera profunda en el mismo lapso de tiempo. El
sueño ideal debe ser ininterrumpido y profundo. En ese sentido, las posiciones
que se adoptan mientras se duerme pueden permitir el descanso u obstruirlo, e
incluso generar malestares físicos.
Posiciones recomendadas
Boca arriba y de lado. Estas dos
posiciones favorecen el cuello y la espalda debido a que el cuerpo queda en
posición neutral. La primera, con la cabecera de la cama elevada,
favorece a las personas con problemas gástricos ya que mejora el reflujo y la
acides. Sin embargo, es más probable roncar en esta posición.
Dormir
hacia al lado izquierdo es excelente para las mujeres en estado de embarazo
debido a que aumenta el flujo sanguíneo al feto.
Posiciones no recomendadas
Posición Fetal y boca abajo.
Aun cuando resulta muy cómodo dormir en posición fetal, y evita los ronquidos,
esta postura afecta el cuello, la espalda, las articulaciones y dificulta la
respiración.
De igual manera, la columna adopta una posición “forzada”
cuando se duerme boca abajo, la presión del peso del cuerpo recae en
articulaciones y músculos y de esta manera se irritan los nervios lo que genera
entumecimiento y hormigueo. Esta posición tampoco permite la expansión adecuada
del tórax.
Para el cuello es también traumático mantener volteada la
cabeza por muchas horas ya que se producen patologías cervicales a largo plazo.
En general los trastornos del
sueño se manifiestan por un sueño no reparador, es decir, que no hay sensación
de descanso pleno al despertar.
Además, es importante que
interrogue a su pareja acerca de sus hábitos de sueño: presencia de movimientos
anormales durante la noche, u otros síntomas. Cualquier comportamiento extraño
es mejor que lo consulte con su medico.
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