Murió
el viejo monarca de un reino y el hijo que le sucedió llamó a un sabio anciano
al palacio real.
- Mi padre te apreciaba mucho, siempre me hablaba de ti y
me pidió que te buscara y me dejara aconsejar.
-
Así es, repuso el buen hombre, tu padre fue un buen soberano porque nunca se
dejó cegar por las ansias de poder.
- Mi padre me dijo que tenías un pergamino para mí y que
allí están las claves para ser un excelente monarca para mi pueblo.
-
Eso es cierto, pero antes de entregártelo, quiero que me digas qué significa
para ti heredar el trono.
-
Significa que Dios me dio la misión de servir a todos, de ser justo y puro en
mi pensar y mi obrar.
- Veo que el rey te educó bien y estás listo para reinar,
que este escrito sea tu faro y que Dios te guíe.
El anciano le
entregó el pergamino y allí se leía: Solo necesitas tres cosas: Piensa creativamente, actúa
pacientemente y vive amorosamente.
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