El
experto en oncología explica cómo a través de sus investigaciones ha logrado
entender el papel que juega el estrés crónico en el desarrollo del cáncer.
“Existe
una comunicación entre el sistema nervioso y las células cancerosas” “Existe
una comunicación entre el sistema nervioso y las células cancerosas”
¿Cómo
se produce el cáncer?
El
cáncer es un proceso que tarda muchos años en gestarse. Desde el primer
pitillo hasta el cáncer de pulmón pueden pasar 20-25 años. La capacidad de nuestro organismo de regenerarse, de auto-sanarse, es
impresionante. Nuestro cuerpo es una gran fábrica que produce trillones de células al
día, es lógico que algunas salgan defectuosas, para nuestra suerte la gran
mayoría de estas no sobreviven, se mueren por sí solas por su defecto, y la otra gran mayoría
son eliminadas de nuestro organismo por nuestro sistema inmunológico, de
defensas. Una fracción pequeñísima puede sobrevivir merced a su mutación, esta
les puede conferir la propiedad de la proliferación ilimitada, o sea aquí puede
surgir nuestro primer foco canceroso pero clínicamente imperceptible. Estas pocas células pueden morir con el tiempo o estar en
letargo controladas por nuestro sistema de defensas.
¿Cómo
podría un impacto emocional tener un efecto sobre el cáncer? ¿Hace que empeore
o que aparezca?
Sabemos
que grandes traumas, situaciones emocionales duraderas sin resolución, están
asociadas a la liberación por el cerebro de sustancias pro-inflamatorias y a
una deficiencia en la función de los linfocitos encargados de atacar al cáncer.
El cáncer en un medio inflamatorio
prolifera, crece ya que se encuentra “en
su medio”. Por tanto, un estado emocional de tipo traumático, depresivo crónico no resuelto puede
hacer despertar a aquellas células cancerosas durmientes, en letargo
biológico y favorecer la progresión tumoral. A los dos años aproximadamente de
este impacto emocional sostenido se manifestará clínicamente el cáncer.
A
algunas personas les beneficia tener algún grado de estrés porque rinden más,
pero ¿cuál es el nivel de estrés que hace daño?
Aunque este es un terreno que podríamos considerar
especulativo, si sabemos en experimentos con animales y por asociación también en humanos que el estrés positivo no es
perjudicial. El
cerebro sabe discernir entre lo placentero y lo traumático. El pintor o
el escultor que no duerme para acabar su obra, no está sufriendo está
disfrutando a cada pincelada o a cada golpe de buril. Lo biológicamente
importante es el tipo de impacto y su cronicidad. El organismo sabe gestionar un estrés de días o pocas
semanas. Si el impacto traumático se vuelve crónico, satura los mecanismos de
auto-regeneración del organismo y empiezan a bajar las defensas del cuerpo.
Usted
ha investigado la relación del sistema nervioso y la progresión de las células
cancerosas, ¿Con qué se ha encontrado en estos estudios?
Este
es quizá el punto más importante. Hace ya unos 20 años en mi laboratorio
de los Estados Unidos identifiqué unos receptores de neuropéptidos en la célula
de cáncer de mama humano. Si
la célula cancerosa presenta en su membrana receptores para sustancias
liberadas por el sistema nervioso es que existe una comunicación entre el
sistema nervioso y las células cancerosas. Es como si al entrar en una
ciudad viéramos miles de antenas de televisión en sus tejados, sería lógico que
asumiéramos que las ondas de televisión llegan a estas casas, a los hogares de
sus habitantes. En mi laboratorio vimos que al bloquear estos receptores, las células cancerosas
dejaban de crecer y morían por apoptosis (muerte celular programada).
Investigamos que este neuropéptido pro-inflamatorio era necesario para el
crecimiento tumoral. Posteriormente a estos hallazgos, otros laboratorios,
identificaron estos receptores en prácticamente todos los tipo de cáncer que
analizaron: colon,
próstata, mesotelioma, pulmón, sarcoma, leucemias entre otros. Esto es importante ya que implicaría que nos
encontramos con un mecanismo general del cáncer ya que no es propio de un solo
tipo de tumor. Hace tan solo unos pocos años se han identificado receptores de adrenalina en varios
tipos de cáncer, entre ellos el de mama y sabemos que estrés y
liberación de adrenalina andan de la mano.
¿En
qué tipos de cáncer se ve más fuerte esa relación entre el sistema nervioso y
células cancerosas?
En principio, todos los datos que tenemos en estudios in
vitro y en vivo en animales sugieren que esta propiedad no es de ningún tumor
en particular y que sería una condición general en el proceso canceroso. Ahora sabemos que cada tumor tiene su propia identidad. Seguramente no
a todos los pacientes oncológicos afectará el estrés…
¿Hay
algunas condiciones especiales que favorezcan que un impacto emocional tenga
efecto sobre el cáncer? Algunos sistemas inmunes son más susceptibles a este
efecto?
Hay que partir del conocimiento que el cáncer es una enfermedad
genética y que ciertas
personas están genéticamente más predispuestas a sufrir cáncer que
otras. Sin embargo hoy en día sabemos que un 85% o más de los cánceres son producidos por condiciones ambientales: dietas, hábitos
(alcohol, tabaco), exposición a radiaciones y un largo etcétera. Como ya
he mencionado antes, emociones traumáticas y sostenidas sin resolución del
conflicto o eliminación del agente inductor generan inflamación que es un caldo
propicio para la generación y proliferación tumoral
¿La
clave para manejar el cáncer sería controlar el factor de riesgo que representa
el estrés?
Sería una de las claves, sin duda una clave muy importante pero obviamente no la
única. Deberíamos adoptar
comportamientos diarios que nos redujeran el estrés emocional de
cualquier tipo: meditación, yoga, Tai-Chi, mindfullness, técnicas de relajación
entre otras.
Algunas
investigaciones dicen que la mayor parte del origen del cáncer es mala suerte,
¿usted qué piensa de esto?
Es una manera de expresar el hecho que todos al nacer tenemos una carga
genética que nos hace más predispuestos a sufrir de cáncer que a otros.
Aquí estaría la mala suerte. Pero luego hay más de un 85 % de los cánceres que podríamos
“mantenerlos a raya” si por ejemplo no fumáramos, no bebiéramos en exceso, no comiésemos también en exceso grasas animales
o carne roja, y un
largo etcétera de conductas de la persona moderna que nos aleja de las conductas alimentarias más sanas
y de conductas de estilo de vida más tranquilas y reposadas de nuestros
antepasados.
¿Cuál
cree que es la mejor forma de manejar este asunto? ¿Cuál es su recomendación
para que el estrés deje de ser un detonador del cáncer?
Es un consejo fácil de dar y difícil de cumplir por el
tipo de sociedad en la que estamos inmersos. Yo procuraría introducir en nuestro día a día algunos
minutos de relajación, de cortar por aunque fueran unos minutos con
nuestro entorno. Nuestras neuronas nos lo agradecerían y mucho. Hay que hacer un esfuerzo para
parar en momentos del día nuestra actividad y dejar regenerar a nuestras
neuronas. Se ha visto en mujeres de cáncer de mama, a quienes antes de
iniciarse en ejercicios de yoga sus análisis de sangre mostraban unos niveles
muy altos de sustancias pro-inflamatorias o de marcadores de inflamación (IL-6,
PCR). Al mes de hacer yoga los niveles se habían reducido a la
normalidad.
¿Qué
está investigando actualmente?
Por
una parte, estoy profundizando en genes que regulan el sistema nervioso y genes
que regulan el proceso canceroso.
Hemos identificado unos pocos que están relacionados con ambos sistemas. Por
otra parte estamos ya experimentando en animales, lo que diríamos “la prueba
del algodón”, inoculándoles tumores humanos y comprobar que la inhibición o
bloqueo de neuropéptidos o neurotransmisores
tiene un efecto antitumoral. Recientemente, han aparecido en
prestigiosas revistas de investigación trabajos que ya han demostrado un vínculo entre el sistema
nervioso y el cáncer de próstata y el cáncer de páncreas. Estas últimas
publicaciones realizadas por laboratorios europeos y americanos nos dan más
ímpetu si cabe para pensar que lo que se inició hace 20 años en mi laboratorio
de New Jersey, está siendo reproducido por otros laboratorios y lo que es más
importante, todo parece decirnos que estábamos y estamos por una pista correcta
y deseemos que exitosa
para beneficio de nuestros pacientes.
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