Las
jóvenes de hoy, frente a sus mamás o abuelas, son más autónomas, tienen mayor
libertad.
“Me
gustan mucho las libertades que tengo. Mi mamá siempre ha confiado mucho
en mí, entonces no me restringe mis actividades ni amistades.
“Me
gusta el espíritu un poco más curioso y aventurero de esta edad, con
ganas de salir al mundo y conocerlo, independientemente de los medios y la
compañía que tenga.
“Lo
que más me preocupa en este momento de mi vida es poder terminar bien la
universidad, ser exitosa, no decepcionar a mis papás ni a mí misma. Y no quiero
casarme con mi primer novio”. Carolina Cid, 19 años, estudiante
universitaria.
La adolescencia sigue siendo esa etapa de transición
hacia la adultez, llena de rebeldía, de inestabilidad emocional, de búsqueda de
la independencia, de oposición o rechazo a la autoridad, de cuestionarlo todo,
en ese proceso de diferenciarse de los adultos para consolidar su identidad.
Sin
embargo, las jóvenes de hoy, frente a sus mamás o abuelas, son más autónomas,
tienen mayor libertad, toman más decisiones y cuentan con muchas más
oportunidades de estudiar, viajar, salir, practicar deportes.
Se relacionan con más facilidad, incluso con los adultos,
son más confrontadoras y menos sumisas frente a la autoridad. Como dicen las
tías: “Las niñas de hoy
son como más desenvueltas, más despiertas”.
Esto, en parte, porque los mismos papás se han vuelto
menos rígidos, hay más influencia de los medios de comunicación y entraron en
el escenario las redes sociales.
Al
tiempo que aparecen estas circunstancias favorables, surgen los riesgos y
presiones, más propios de este siglo.
“Ellas
tienen más oportunidades de decidir sobre su vida, sobre cosas diarias, porque
hay menos imposición, pero corren el riesgo, si no se les ha enseñado a
decidir, de equivocarse más”.
Esas mayores libertades y autonomía también tienen su
contrapeso. “Antes era muy
claro su papel: calladas, sumisas, hacían lo que sus papás les decían.
Ahora no viven con un poco de confusión”.
“Se
debaten entre ser inteligentes y estudiosas, pero no nerds; tampoco quieren ser
la niña bonita no más, porque no se espera eso de ellas. Hay muchas
expectativas y exigencias en lo académico, la belleza, la moda...”.
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