Muchas veces nos desesperamos por la cantidad de
problemas que tenemos que afrontar diariamente: en el trabajo, en la casa, en
cualquier otro lado. Parecería que fuéramos de problema en problema; no
terminamos de salir de uno cuando ya aparece otro.
En esos momentos solemos decir: "¡Que feliz
sería si no tuviera tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida
nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el hecho de ser feliz
no está relacionado con la existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas.
Se dice que
tenemos un problema cuando
algo no se produce de la manera que nos gustaría.
Los problemas son una parte ineludible de la vida. Si queremos vivir, tenemos que enfrentar
problemas. Pero no debes verlo como un mal irremediable, sino como una oportunidad para
superarte. Cada problema es una oportunidad para ejercer tu
razonamiento, que es la manera de crecer.
Con cada
problema que se te presenta, tienes
las dos opciones: resolverlo o ignorarlo. Existen distintos tipos de
problemas, y a menudo se presentan varios simultáneamente. Sería una cuestión
sin sentido tratar de resolver todos sin que falte uno.
Cuando tenemos
que enfrentar varios problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer es jerarquizar los
mismos. Tus recursos son limitados y por tratar de solucionar los menos
importantes dejes la solución de los más urgentes.
Al comenzar a
tratar de resolverlos es el momento cuando realmente está en juego la
posibilidad de ser feliz. Esto
radica en la actitud con que afrontas tus problemas.
Hay tres
actitudes con las que puedes encarar la resolución de tus problemas: "Soy
incapaz de solucionar nada", "Nada es demasiado difícil para mí"
y "Algunas cosas podré resolver y otras no". La última opción es la
única que te puede ayudar a tener más felicidad en tu vida.
La clave es tener confianza en si mismo y la
actitud con que encaremos la
realización de algo incluyendo una dosis de realismo.
Si supones que
eres incapaz de resolver cualquier problema que se te presente, estarás
constantemente dependiendo de alguna otra persona para poder vivir.
Debes tratar de ser tan autónomo como te sea
posible, dentro de los limites que implica seguir siendo un ser humano.
Vivir encadenado
a los otros para que te solucionen tus problemas, es condenarte a la
infelicidad.
Si tienes una
apreciación realista de tus posibilidades y reconoces que algunas cosas podrás
resolver y otras no, estás mucho mejor preparado para ser feliz.
Es importante darse cuenta de que hay hechos que
escapan a nuestra decisión y que, por más buena intención que pongamos, no
lograremos cambiarlos.
Siempre tenemos
que ponderar hasta donde llegan nuestras posibilidades, y tratar de llegar
hasta el límite de las mismas, pero no pretender ir más allá.
Si eternamente estás tratando de hacer lo que no
puedes, eternamente serás infeliz.
Debes alegrarte por los problemas que has podido
resolver y no amargarte por aquellos que quedaron sin solución, descansando
siempre en la tranquilidad que te da el saber que has hecho todo lo que has
podido.
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