La gran diferencia entre fracaso y derrota es que
el primer caso se acepta como una lección por asimilar, un pequeño paso más
hacia la meta final. Los fracasos nos muestran el camino equivocado, que una
vez reconocido no volveremos a recorrer.
En cambio, la derrota es la decisión de no volverlo a intentar, claudicar ante los obstáculos, renunciar a la posibilidad de convertir el fracaso en éxito. Somos vencidos sólo cuando nos estimamos derrotados.
Los obstáculos
en el camino de los débiles se convierten en escalones en el sendero de los
triunfadores. Los triunfadores tienen la visión del objetivo que desean
lograr.
Si tú ya definiste y decidiste qué es lo que deseas en la vida y día a día alimentas tu determinación para lograrlo, difícilmente te podrán detener.
Si tú ya definiste y decidiste qué es lo que deseas en la vida y día a día alimentas tu determinación para lograrlo, difícilmente te podrán detener.
Cada falla, cada fracaso lo convertimos entonces en
viento a favor, asimilando la lección, incrementando nuestra experiencia y
fortaleciendo nuestra determinación en lograr nuestros propósitos.
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