Sentirte vulnerable te da miedo y, por
eso, puedes andar por el mundo con un corazón sellado, hermético.
¿Tus
padres te lastimaron en la infancia? ¿Te han lacerado el corazón al amar?
Cuando
eso sucede es comprensible que te hayas dicho: "Para no sufrir, elijo no sentir".
Lo grave es que ese decreto te cierra
las puertas al amor, a la felicidad y a la misma vida.
Necesitas
borrar tal decreto de tu mente y del libro de tu vida con uno nuevo: "Merezco ser feliz y me
abro al amor".
Hazlo
en profunda oración, pide
ayuda a Dios y decreta que cierras un ciclo y te lanzas a un mundo
insospechado.
Abre
las puertas y Dios te dará sabiduría para elegir lo que te conviene, aunque el aprendizaje sea
exigente.
Nunca puedes evitar del todo el dolor,
pero sí puedes evitar el sufrimiento. Vive el amor con su miel y su dosis de acíbar.
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