La vida no es tan fácil como para que una regla o
un conjunto de reglas te pueda asegurar que todo irá bien en tu vida y que
nunca tendrás que lamentarte de algo que hiciste. Puedes equivocarte tanto
siguiendo las reglas como dejando de hacerlo.
Existen personas
que se limitan a vivir según lo que la sociedad espera de ellas; existen otras
que solamente obedecen a su voluntad y no les interesa lo que puedan pensar los
otros. Entre ambos extremos se encuentra la posición más adecuada para la
mayoría de nosotros. Si queremos crear más felicidad en nuestra vida, tenemos
que tener en cuenta nuestros propios deseos y necesidades, no solamente los de
los demás.
Si opinas que la vida no te ha dado toda la
felicidad de la que serías merecedor, sería conveniente que revises las
decisiones que has tomado y en qué medida lo que los otros esperaban de ti ha
influido en el rumbo que has tomado.
Una exploración profunda de tus verdaderas
necesidades puede ser indispensable para saber cuál es el camino que te
conviene seguir.
La libertad de
poder elegir tiene el precio de que podemos equivocarnos, pero esto no debe
impedirnos decidir por nuestra cuenta habiendo hecho primero un cuidadoso
estudio de todos los factores involucrados. No debes temer a equivocarte y no debes sentirte culpable
si luego resulta que no elegiste la mejor opción, suponiendo siempre que lo
hayas hecho a conciencia y después de haber pensado suficientemente lo que ibas
a hacer.
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