EL
PROCESO DEL PERDÓN
El perdón no es un acto sino un proceso. Cada día
perdonamos un poco más y así nos vamos liberando del pasado. En algunos casos,
este proceso puede hacerse de una sola vez, pero en la mayoría, el perdón
requiere tiempo.
Para
entender los pasos que hay que dar en el proceso del perdón, debemos entender
primero cómo funciona la proyección que hace nuestro ego, las heridas
emocionales que arrastramos las vemos con más claridad en los demás y no en
nosotros mismos. El ego se niega a aceptar que es uno el que tiene el problema
y lo proyecta hacia afuera encontrando el perfecto "culpable". De
esta manera culpamos a nuestra pareja, nuestro padre, nuestra madre, nuestros
hijos, nuestro jefe, un amigo o a quien sea por nuestra infelicidad. Una
analogía muy válida es la siguiente: cuando vamos al cine pensamos que la
película está en la pantalla; sin embargo no es así, la película que estamos
viendo está en el proyector y lo que vemos no es más que la proyección que hace
la máquina. De la misma manera, la "película de nuestra vida" no es
más que la proyección que surge de nuestra propia mente.
Entonces, el 1er. paso para
"perdonar", es reconocer que la culpa no está afuera. Debemos interrumpir el
fenómeno de la proyección y no aceptar como culpable a alguien o algo externo a
nosotros. Debo reconocer que lo de afuera activó una herida emocional que está
en mí y por eso me molesto o me enojo.
El 2do. paso es aceptar que la herida está
dentro de uno mismo.
Si en este proceso nos detenemos en este paso, el ego nos hará sentir culpables
a nosotros mismos.
El 3er paso consiste en poner el problema en
las manos de Dios
para que Él mismo nos ayude a resolverlo y sane aquello que necesita ser
sanado.
Cuando se da el verdadero perdón, se siente
una gran paz interior.
La
próxima vez que sientas un enojo muy grande hacia alguien deberás poner en
práctica el proceso del perdón. Primero, tendrás que aceptar que esa persona no
es la culpable de tu enojo. En segundo lugar, deberás admitir que en realidad
hay una parte tuya que se enoja por lo que el otro hace. Finalmente, tendrás que pedir
ayuda a Dios para que pueda perdonar por ti aquello que no entiendes ni
aceptas. Al hacer esto, se curan tus propias heridas y las de los demás.
Generalmente, ocurre algo mágico, lo que llamamos "milagro".
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