Cuando eras un niño pequeño y estabas aprendiendo a
caminar, sufriste muchas caídas. Cada vez que te caías, te levantabas y dabas
unos pasos más, y volvías a caerte.
Ahora que ya eres adulto, probablemente no tengas a una persona que te aliente y te consuele.
Llegar a adulto
significa tener que convertirte en tu propio padre. Tú ejerces tu propio control y debes alentarte a
seguir adelante y consolarte cuando sufres una caída.
Una caída no es fracasar.
Una caída no es fracasar.
En las vueltas de la vida intentamos a veces cosas donde el triunfo final no es tan seguro ni tan claro. Es ocasiones nos sentimos más inclinados a desalentarnos y a abandonar todo.
El razonamiento consciente tiene que indicarnos
hasta donde conviene seguir insistiendo y cuándo conviene abandonar.
Lo que tienes
que hacer ineludiblemente es eliminar la palabra "fracaso" de tu
vocabulario.
Si existe
alguien que podemos llamar fracasado, es aquel que ha dejado de intentar. Eso
no quiere decir que tengas que seguir intentando lo mismo toda tu vida.
Por cada de uno
de aquellos que después de mil intentos consiguieron triunfar, existieron muchos más que
después de mil intentos no llegaron a ninguna parte. No hay que
abandonar después del primer intento fallido, pero tampoco hay que persistir eternamente en algo que
no tiene posibilidades.
Como en todas las cosas, la razón es la que debe
guiarte e indicarte la justa medida de cada cosa.
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