Los pensamientos pueden transformar su vida en varias maneras, algunas
de las cuales incluyen:
Cambiando su perspectiva: los
pensamientos negativos pueden llevar a una visión negativa de la vida, mientras
que los pensamientos positivos pueden ayudar a ver las cosas de manera más
optimista.
Afectando su bienestar emocional: los
pensamientos negativos pueden causar estrés y ansiedad, mientras que los
pensamientos positivos pueden ayudar a sentirse más feliz y en paz.
Impactando en su comportamiento: los
pensamientos negativos pueden llevar a acciones negativas, como el aislamiento
social, mientras que los pensamientos positivos pueden llevar a acciones
positivas, como buscar ayuda y apoyo.
Influyendo en su salud física: los
pensamientos negativos pueden aumentar el riesgo de enfermedad, mientras que
los pensamientos positivos pueden mejorar el bienestar físico.
En resumen, el controlar tus pensamientos y enfocarte en los positivos
puede tener un impacto significativo en tu vida, mejorando tu perspectiva,
bienestar emocional, comportamiento y salud física.
REFLEXION
La
lección más importante que se puede aprender es la importancia de lo que
pensamos. Son nuestros pensamientos lo que nos hacen lo que somos. Nuestra
actitud mental es el factor X que determina nuestro destino. El mayor problema
que toda persona enfrenta es la elección de los pensamientos acertados. Si
somos capaces de esta elección, estamos en el camino que conduce a la solución
de todos nuestros problemas.
Si tenemos pensamientos felices, seremos felices. Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo. Si tenemos pensamientos enfermizos, nos vamos a enfermar. Si nos dedicamos a compadecernos, todo el mundo huirá de nosotros. Existe una gran diferencia entre inquietarse y preocuparse: la inquietud significa comprender los problemas y tomar con calma las medidas para solucionarlos. La preocupación significa dar vueltas enloquecedoras e inútiles a un asunto.
El señor Whaley sufrió de un colapso nervioso antes de su matrimonio, todo le preocupaba, no tenía un empleo suficientemente estable, se sentía agotado y enfermo. Se fue a Florida para cambiar de ambiente, y cuando llegó se sentía peor y cada vez era más terrible su sufrimiento.
Recordó que su padre le había escrito una carta, y la leyó: “hijo mío, estás a 1.500 millas de casa y no te sientes nada mejor ¿cierto?. Sabía que sería así, porque te llevaste contigo la única causa de tus zozobras, que eres tú mismo. No hay nada que ande mal en tu cuerpo o espíritu. No son las situaciones que has pasado lo que te ha puesto así, sino lo que tu piensas de esas situaciones.
Cuando comprendas esto vuelve a casa hijo, porque estarás curado”. Le hizo caso y con el tiempo su vida cambió por completo - aprendió que sus pensamientos debían trabajar para él y no en su contra.
La regla número siete es: piense y actúe animosamente y se sentirá animado.
Si tenemos pensamientos felices, seremos felices. Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo. Si tenemos pensamientos enfermizos, nos vamos a enfermar. Si nos dedicamos a compadecernos, todo el mundo huirá de nosotros. Existe una gran diferencia entre inquietarse y preocuparse: la inquietud significa comprender los problemas y tomar con calma las medidas para solucionarlos. La preocupación significa dar vueltas enloquecedoras e inútiles a un asunto.
El señor Whaley sufrió de un colapso nervioso antes de su matrimonio, todo le preocupaba, no tenía un empleo suficientemente estable, se sentía agotado y enfermo. Se fue a Florida para cambiar de ambiente, y cuando llegó se sentía peor y cada vez era más terrible su sufrimiento.
Recordó que su padre le había escrito una carta, y la leyó: “hijo mío, estás a 1.500 millas de casa y no te sientes nada mejor ¿cierto?. Sabía que sería así, porque te llevaste contigo la única causa de tus zozobras, que eres tú mismo. No hay nada que ande mal en tu cuerpo o espíritu. No son las situaciones que has pasado lo que te ha puesto así, sino lo que tu piensas de esas situaciones.
Cuando comprendas esto vuelve a casa hijo, porque estarás curado”. Le hizo caso y con el tiempo su vida cambió por completo - aprendió que sus pensamientos debían trabajar para él y no en su contra.
La regla número siete es: piense y actúe animosamente y se sentirá animado.
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