Amado
Dios, hoy tomo de nuevo consciencia, sin culparme ni culpar, de que soy el
único responsable de mi destino.
Por lo mismo decido no enjuiciar a mis padres y a otros, y asumo la realidad sin culparme a
mí mismo.
Cada día se me regala para aprender las lecciones del amor: compasión, entrega, respeto, perdón y desapego.
Señor, cada día es irrepetible y cada experiencia me enseña algo
valioso, incluso lo que veo como malo por mis falsas creencias.
Cada instante estoy decidiendo, y en mi vida solo dispongo del ahora que se
escapa. Por eso
elijo amar aquí y ahora.
Necesito
aceptar a los otros así como son, ya que es una quimera intentar
cambiarlos según mis deseos.
Dios mío, quiero hacerme amigo de mi alma, cuidarla, nutrirla y aprender a ir más allá de lo aparente y
efímero.
Hoy
elijo amarme y amar a los demás sin dependencias emocionales. Quiero un amor
sin apegos dependientes.
Gracias amado Dios.
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