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FRASES DEL LIBRO EL ARTE DE AMAR 4

 

Es indudable que en su época la teoría freudiana tenía un carácter desafiante y revolucionario. Pero lo que era cierto alrededor de 1900 ya no lo es cincuenta años más tarde.

 

La unión simbiótica tiene su patrón biológico en la relación entre la madre embarazada y el feto. Son dos y, sin embargo, uno solo. Viven juntos (sym-biosis), se necesitan mutuamente.

 

El maestro aprende de sus alumnos, el auditorio estimula al actor, el paciente cura a su psicoanalista, siempre y cuando no se traten como objetos, sino que estén relacionados entre sí en forma genuina y productiva.

 

El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque lo necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo.

 

No tengo que hacer nada para que me quieran (el amor de la madre es incondicional). Todo lo que necesito es ser su hijo. El amor de la madre significa dicha, paz, no hace falta conseguirlo, ni merecerlo.

 

Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos sí quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.

 

Cuando dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial.

 

La envidia, los celos, la ambición, todo tipo de avidez, son pasiones: el amor es una acción, la práctica de un poder humano, que sólo puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión.

 

La polaridad entre los principios masculino y femenino existe también dentro de cada hombre y cada mujer. Asi como fisiológicamente tanto el hombre como la mujer poseen hormonas del sexo opuesto, así también en el sentido psicológico son bisexuales.

 

Cuando la parálisis de la masculinidad es más intensa, el sadismo (el uso de la fuerza) se convierte en el principal (y perverso) sustituto de la masculinidad. Si la sexualidad femenina está debilitada o pervertida, se transforma en masoquismo o posesividad.


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