Por allá en el siglo XVII el rey
francés Luis XII bebía oro líquido que le preparaban algunos alquimistas.
Estaba convencido de que ese elixir le daría una muy larga vida o que sería inmortal.
Pero el pobre rey solo vivió 42 años y el oro no le dio lo que nunca puede dar: Una vida larga, serena y feliz.
Lo grave es que hay otra fiebre del oro que desvela a muchos: La vida se les va en un afán desmedido por tener más.
Por eso hay escenas de culpas tardías en funerarias y entierros, fruto de una vida centrada solo en lo material.
Recuerdo a un papá que repetía como loco junto al ataúd de su hijo adolescente: "Perdóneme, mijo, no lo aproveché".
¿Por qué tenemos que abrir los ojos cuando ya es demasiado tarde?
¿Por qué no tomar conciencia antes?
Tener más no es malo, pero sí te puede apartar de lo esencial: Vivir para amar y amar para vivir.
Estaba convencido de que ese elixir le daría una muy larga vida o que sería inmortal.
Pero el pobre rey solo vivió 42 años y el oro no le dio lo que nunca puede dar: Una vida larga, serena y feliz.
Lo grave es que hay otra fiebre del oro que desvela a muchos: La vida se les va en un afán desmedido por tener más.
Por eso hay escenas de culpas tardías en funerarias y entierros, fruto de una vida centrada solo en lo material.
Recuerdo a un papá que repetía como loco junto al ataúd de su hijo adolescente: "Perdóneme, mijo, no lo aproveché".
¿Por qué tenemos que abrir los ojos cuando ya es demasiado tarde?
¿Por qué no tomar conciencia antes?
Tener más no es malo, pero sí te puede apartar de lo esencial: Vivir para amar y amar para vivir.
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