El área que guarda la música se ve menos dañada, a pesar
de la devastación que provoca la enfermedad de Alzheimer a nivel cognitivo en
el cerebro, y en particular en la memoria. La mayoría de los enfermos conservan
sus recuerdos musicales aún en fases avanzadas, logrando algunas veces relajar
y calmar su estado de ánimo positivamente.
Esta se guarda en diferentes
áreas cerebrales de la del resto de los recuerdos, según señala un estudio, las posibles causas de este
fenómeno, la “discoteca de los humanos”, el lóbulo temporal, es la parte del
cerebro que va desde la sien hasta la zona del oído, y ahí es donde se gestiona
nuestra memoria auditiva, incluyendo las canciones, y aunque este lóbulo
es uno de los primeros en sufrir los estragos de la enfermedad de Alzheimer…¿cómo se explica que muchos
enfermos no sepan su nombre, ni reconozcan su casa o cómo volver a ella y que
reconozcan y recuerden aquella canción que los remonta a décadas atrás?,
o por qué algunos no pueden articular palabras, pero se emocionan y llegan
hasta tararear temas musicales…
Para poder responder a estas
preguntas, algunos investigadores de varios países europeos liderados por
neurocientíficos del Instituto Max Planck de Neurociencia y Cognición Humana de
Leipzig (Alemania) se
propusieron realizar un doble experimento.
Por un lado buscaron qué zonas cerebrales son activadas
cuando escuchamos canciones, y por otro, una vez que ya son localizadas,
analizan si en los pacientes con Alzheimer estas áreas del cerebro presentan algún tipo de atrofia o
por el contrario, resisten mejor el avance de la enfermedad.
Para poder localizar cuál es el
lugar donde el cerebro guarda la música, los investigadores hicieron escuchar a 30
individuos sanos 40 tripletas de canciones.
Tal como se explica en la revista
Brain, el diseño del experimento se basa en la hipótesis de que la experiencia de escuchar música es
para el cerebro diferente al área de recordarla y en ambos procesos intervienen
redes cerebrales diferentes.
Las actividades cerebrales de los voluntarios fueron
registradas mediante imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI).
Así pudieron comprobar que la música se aloja en zonas diferentes del cerebro
de donde se guardan los otros recuerdos.
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