Ser adolescente implica sufrir potentes
cambios emocionales y físicos que nos conducen a la etapa adulta. Pero sufrir rebotes en el estado
de ánimo, aislarse o sentir una continua desazón y desánimo de manera
prolongada pueden ser signo de que nuestro hijo está sufriendo una depresión.
Instituciones
internacionales como la Organización Mundial de la Salud, la National
Association of School Psychologists, el National Institute of Mental Health o
la prestigiosa Clínica Mayo disponen
de guías con síntomas y recomendaciones para atajar un transtorno que ya es la tercera causa de
suicidio entre los más jóvenes.
Estos
son los síntomas más comunes que nos indican que la salud mental de un
adolescente está en peligro:
1. Desorden en el sueño. El cambio en los
hábitos de sueño es una de las primeras evidencias físicas de la depresión. Un
adolescente que apenas duerme o que pasa en la cama más horas de lo normal
puede estar sufriendo un
transtorno depresivo.
2. Cambios en la alimentación. Los extremos también
se tocan en este supuesto: perder totalmente el apetito o comer demasiado son
una mala señal. Los transtornos alimentarios, como la anorexia o la bulimia,
pueden, de hecho, ir ligados o generar una depresión.
3. Pérdida de interés en las
actividades que antes realizaba. Que un adolescente deje de disfrutar de sus 'hobbies' es
una preocupante señal de que algo va mal. En muchas ocasiones, el afectado se
mostrará aburrido y querrá
estar solo con frecuencia.
4. Los amigos, de lado. La depresión también
suele apartar de sus amigos al adolescente, que muestra desinterés por ellos y
en muchas ocasiones prefiere estar solo.
5. Enfados y sollozos espontáneos. La irritabilidad y la tristeza
son dos características comunes en los pacientes que sufren depresión. En el
caso de los más jóvenes, los arranques de ira y los lloros pueden surgir sin causa aparente
y deben ser motivo de preocupación si se hacen frecuentes.
6. Falta de concentración y bajada del
rendimiento escolar.
Un adolescente deprimido suele sufrir una baja concentración, además de una
dificultad para recordar cosas y tomar decisiones. Es común que estos síntomas
se plasmen en peores resultados académicos.
7. Comentarios despectivos hacia uno
mismo. La falta de autoestima es un
rasgo típico entre los adolescentes que se están desarrollando, pero que se
convierta en un problema crónico que genera comentarios autodespectivos puede
ser un signo de depresión. La culpa exagerada, las críticas desmesuradas o la
necesidad de apoyo incondicional ante el fracaso también levantan las alertas.
8. Peleas con otros compañeros y
comportamientos criminales o de riesgo. Si el adolescente comienza a implicarse en
acciones violentas, a hacer 'bullying' o a pelearse con otros compañeros, puede
estar sufriendo un transtorno depresivo. Los comportamientos sexuales de riesgo
y el aumento en el consumo de alcohol y drogas también entran en esta
categoría.
9. Huídas. Escaparse de casa puede ser un síntoma
de depresión que debería alertar a los padres u otros familiares.
10. Pensamientos suicidas. Son, en muchos casos,
la prueba definitiva de que el adolescente está sufriendo una depresión. Es
frecuente que estos pensamientos, centrados en la muerte o el sinsentido de la
vida, se acaben verbalizando en frases como 'Me quiero morir' o que, desgraciadamente, se vean
reflejados en intentos de suicidio o de auto-castigo como los cortes.
Cinco consejos para sanarla
1. Sentarse a hablar. El primer paso para
conocer a qué responden los comportamientos del adolescente es intentar indagar en las
causas. Algunos de estos síntomas pueden aparecer durante una etapa y
desaparecer después como consecuencia de la propia adolescencia. Pero es importante dialogar para
saber si el adolescente es consciente de su problema y si puede
manejarlo sin ayuda externa. Si hay pensamientos de suicidio evidentes, es
importante no abordarlos como un tabú y afrontarlos directamente. El apoyo de la familia y el reforzamiento
de los lazos entre
sus miembros será un pilar esencial en su recuperación.
2. No tener miedo al médico. Si los síntomas
parecen difíciles de manejar, lo ideal es acudir a un especialista en la
materia. Un psiquiatra y
un psicólogo podrán determinar si el adolescente sufre un transtorno depresivo
y asignar un tratamiento para él si es necesario.
3. La terapia, lo más curativo. Aunque la
administración de antidepresivos es una práctica común que puede ayudar al
joven, la curación completa no llegará si éste no aprende a manejar sus
sentimientos. En el caso
de depresiones leves no hará falta asignar un tratamiento farmacológico:
sólo encontrar una vía de expresión y canalización de los sentimientos a través
de los médicos de atención primaria y los psicoterapeutas.
Los psicólogos escolares y los grupos
de terapia también pueden ser muy útiles para que el adolescente se haga cargo
de su situación
y empiece a recorrer el camino para salir de la depresión. El papel de los
colegios será muy relevante para echar una mano a aquellos jóvenes que se
sientan apáticos y evitar que comportamientos abusivos o violentos se extiendan
entre las aulas
4. Planificar y construir rutinas. Un adolescente
deprimido probablemente tendrá un horario de sueño caótico y un desinterés
general por las actividades del día a día. Por eso es recomendable ayudarle a
confeccionar un horario que no sea demasiado exigente pero en el que se
excluyan siestas, se establezca una hora para acostarse e incluya una serie de
actividades que el joven quiera realizar cada día. Compartir los progresos con otras personas ayudará
a animarle.
5. El ejercicio físico, una buena medicina.
Realizar una actividad física que se adecue al joven y que le ayude a canalizar
el estrés puede ser una manera de combatir sus sentimientos de tristeza. Si se
realiza al aire libre o en grupo será todavía mejor.
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