Dios
nos creó para que disfrutáramos una vida plena.
Una existencia llena de dolor, angustia, desesperanza,
sensación permanente de culpa no estaba en su mente cuando nos concibió a usted
y a mí.
Podríamos
decir que Dios nos creó para ser felices.
Jesús vino a
libertarnos, romper las cadenas, hacernos libres y darnos una vida de
excelencia en todos los órdenes. Si se lo permitimos, el Señor Jesús sana
nuestras heridas emocionales para que disfrutemos esa existencia renovada. La
decisión está en nuestras manos. Es necesario que le abramos las puertas del corazón
al obrar de Jesucristo.
Nuestro
enemigo espiritual está empeñado en robarnos las bendiciones e impedirnos una
vida plena.
Si podemos identificar a nuestro enemigo espiritual y de qué
manera opera, podemos enfrentarlo.
Dios
nos concibió para que disfrutáramos la vida a plenitud (Génesis 1:26-28)
a.
Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (vv. 26 a, 27)
b.
Fuimos creados para dominar sobre la tierra (vv. 26 b, 28)
c. Dios
nos concibió para ser un pueblo grande y bendecido. El pecado, sin embargo,
trajo maldición y ruina. (Génesis 3:1-7; 13-24)
No podemos resignarnos a una condición de derrota, opresión,
dominio y control sobre todas las áreas de nuestra vida.
No sabemos qué es la victoria hasta tanto enfrentemos la
situación de dolor, frustración y desesperanza que nos ha traído el enemigo
espiritual (Juan 10:10)
Dios
nos ofrece lo mejor de la vida. Él no nos creó para vivir en la infelicidad y
la derrota, sino en victoria (Cf. 1 Juan 5:5); sin embargo es necesario que nos
decidamos por la libertad que nos da Cristo
Dios espera que nos levantemos en victoria, la que ganó
Cristo para nosotros. Dios quiere que seamos libres, nos levantemos triunfantes
y poseamos lo mejor de la tierra; que nos movamos en dirección a una vida
plena.
Cuando aceptamos compartir nuestro espacio con el enemigo,
él se fortalece y nosotros nos debilitamos.
Nuestra vida cristiana se afianza en la victoria, y debe ser
por naturaleza dinámica y creciente.
La intimidad con Dios está ligada al ejercicio de la autoridad
sobre el mundo de las tinieblas.
Dios
quiere que usted y yo vivamos en victoria espiritual, lo que a su vez se
refleja en armonía con nuestro mundo interior.
¿Como opera el enemigo espiritual?
Mentira y engaño. Tergiversa la verdad en nuestra mente, por
lo que debemos cuidar nuestros pensamientos (Filipenses 4.8). Al afectar
nuestra forma de pensar, incidirá en nuestras acciones.
Sentimientos de condenación y acusación. La naturaleza de
nuestro adversario espiritual es acusarnos por los errores del ayer, de los que
Dios ya nos perdonó. Quiere hacernos sentir mal constantemente. Nos lleva a
pensar que Dios no os perdonará jamás (Apocalipsis 12:10; Zacarías 3:1-3;
Romanos 8:33-35)
Persecución. Experimentamos intolerancia por parte de
quienes nos rodean. Libran tremendos ataques en contra nuestra (Juan 15.20)
Duda y temor. Cuando el enemigo gana territorio en nuestro mundo interior por medio
del miedo y la incredulidad, levanta una enorme barrera al mover de Dios
(Hebreos 3:19; 4:4)
Una mente cautiva con pensamientos de maldad. (2 Corintios
10:3-5: Romanos 12:2) Ejerce influencia gracias a factores externos.
Ataques en la mente. Gran parte de las batallas que libra el
ser humano, se producen en la mente. Es allí donde se fortalece la posesión o
la influencia de los demonios (2 Corintios 10:3-6)
¿Qué hacer en todo ese proceso?
Someter
los pensamientos a Cristo obliga esfuerzo y constancia, porque el enemigo está
siempre al acecho.
Mientras
dejemos abiertas las puertas de nuestros pensamientos, el enemigo tomará
ventaja generando tentaciones hacia la carnalidad.
Declarar ruina, fracaso y derrota nos granjea enormes
dificultades en las dimensiones física y espiritual.
Debemos estar preparados para enfrentar las diversas formas
como el enemigo espiritual libra ataques en contra nuestra (Romanos 8:35-37; 1
Corintios 15:57, 58)
En la lucha contra el mundo de las tinieblas que busca
golpear nuestro mundo interior, fuimos llamados a vencer. Sólo vencen, quienes
asumen su condición de vencedores.
“Si intentas servir a Dios tomando como base tu naturaleza
humana, terminarás justificando tus fracasos y debilidades. Si dices que el
temperamento es tu única fortaleza pero también tu debilidad, ¿dónde está
entonces la fuerza del Espíritu?
Permitir que Dios gobierne nuestros pensamientos, traerá paz
y armonía a nuestro mundo interior (Isaías 26:3,4)
El
crecimiento espiritual y la renovación de la mente deben ir de la mano (Cf.
Efesios 4:22-24)
La
voluntad nos permite tomar decisiones. Dios respeta lo que determinemos como
personas (Cf. Génesis 2:16, 17; Deuteronomio 30:15, 19); sin embargo, cuando
hay armonía con Dios, alcanzaremos equilibrio en lo que escojamos.
La
mente nos dice lo que pensamos
La
voluntad materializa lo que queremos
Las
emociones expresan cómo nos sentimos
El
enemigo sabe que si afecta nuestra mente, incidirá directamente sobre nuestra
voluntad.
El hombre debe tomar control de su voluntad lo que se ve
reflejado en el dominio de cuerpo, alma y espíritu.
Si hay gobierno de la voluntad, se tendrá control de las
emociones y los sentimientos (Proverbios 25:28)
En la medida en que la mente se renueva (Cf. Romanos 12:2),
la voluntad se fortalece.
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