Un mal
ambiente laboral puede frustrar a las personas y, en algunos casos, hacer que
se enfermen.
Era una ingeniera exitosa, pero por cuenta de un despido
masivo en su empresa tuvo que hacer sola el trabajo que antes hacían tres. La
sobrecarga de actividades no solo empezó a generarle angustia, también se
tradujo en problemas con su familia y con su esposo.
Un día
recibió una llamada de su empresa a las dos de la madrugada; le dijeron que
había un problema con la producción. Se levantó y corrió, lo más rápido que
pudo, pero no alcanzó a llegar: un accidente cerebrovascular se lo impidió.
Se
trata, por supuesto, de una situación extrema; sin embargo, es uno de los casos
que Juan Vicente Conde, médico especialista en medicina del trabajo, más
recuerda. “Estamos en una sociedad que no valora a los trabajadores. Eso es
grave, porque el trabajo es uno de los elementos que la sociedad aporta a la
gente para su realización personal y su felicidad”, opina el experto.
Pero muchos empleados no logran esta situación ideal. De
acuerdo con Yolanda Sierra, directora de la especialización en salud
ocupacional de la Universidad del Bosque, hay dos factores de riesgo a los
cuales se enfrentan los trabajadores.
Según la especialista, están “los intralaborales, que se
pueden dar cuando hay sobrecarga de trabajo, malos estilos de gestión y
liderazgo, que pueden llevar al maltrato y acoso laboral, o cuando no hay
consistencia en los roles, es decir, cuando tengo que hacer algo para lo que no
me preparé o no me contrataron.
Y los extralaborales: situaciones familiares complicadas,
estilos de vida poco saludables, malos hábitos alimentarios, entre otros”.
Cuando estos dos factores se encuentran, las personas tienden a sentirse
frustradas porque no pueden cumplir con las metas que se han trazado en su vida
profesional.
“El
estrés es uno de los principales efectos sobre la salud, y eso puede traducirse
en alteraciones como la depresión. A la persona no le dan ganas de ir al
trabajo, tiene bajo rendimiento y, en algunos casos, se ausenta, lo que se
traduce en pérdidas económicas para la empresa”, explica Conde.
Aprenda
Su
cuerpo y su mente tienen límites; quien trabaja aburrido y de mala gana tiende
a rendir poco. En consecuencia, lo más probable es que deba laborar el doble,
en un espacio que es poco grato. Así que planifique sus actividades y defina
horarios que incluyan pausas y descansos efectivos.
Autogestione
Si todavía alberga el sueño de administrar una isla en el
Caribe, de ser cónsul en las Bahamas o de convertirse en el reportero del clima
en Cadaqués, quéjese menos y empiece a trabajar en función de eso. .
Un buen primer paso es generar un cronograma de metas que
pueda cumplir. Empiece con las más sencillas y a medida que vaya cumpliéndolas,
aumente la dificultad del reto.
Se sorprenderá de lo que puede lograrse de esta manera.
Dedíquese tiempo. Invierta sus periodos de descanso en actividades que sean
gratas para usted y que le permitan liberar todo el estrés que le genera su
trabajo.
Así le ayuda al cuerpo a recuperarse y pone su mente a
pensar en otras cosas. Consulte. Si siente que ese aburrimiento trasciende el
espacio laboral y está afectando su vida diaria y sus relaciones con los demás,
mejor consulte con un especialista. Puede tratarse de otra cosa.
Cuidado con el estrés en el trabajo
Cuando
lo que las personas hacen no les genera satisfacción, pueden llegar a tener
problemas de salud como las dispepsias y las úlceras, el intestino irritable,
complicaciones cardiacas por elevación de la presión arterial y la frecuencia
del corazón, y hasta enfermedades de la piel.
En casos extremos puede llegar a causar la muerte. En Japón,
por ejemplo, se le conoce como ‘karoshi’, que significa muerte por exceso de
trabajo. Se le denominó así por el aumento en la tasa de mortalidad relacionada
con la exageración en términos laborales.
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