Este
año agradecí estar soltera y agradecí todas las cosas que hacen que mi soltería
sean tan inmensamente agradable.
Gracias soltería porque no tengo una familia política
a la cual soportar.
Gracias soltería porque poco a poco voy aprendiendo a desafiar mis
miedos, y específicamente porque la soltería me ha obligado a
enfrentarme con el miedo al rechazo.
Gracias soltería porque mientras estuve
cuadrada archivé los
tacones, y ahora que los vuelvo a usar entiendo para qué se los
inventaron.
Gracias soltería porque no me acuerdo cuándo fue la
última vez que lloré por un hombre.
Gracias soltería por haberme obligado a convertirme en una persona
económicamente independiente y estable.
Gracias soltería porque mi vida tiene niveles de drama
cercanos a cero.
Gracias soltería por haberme dado tiempo para sanar mis heridas.
Gracias soltería por darme tiempo para pasar con mis amigos.
Gracias soltería por haberme obligado a hacerme a mí misma las
preguntas incómodas sobre si quiero tener o no hijos y cuándo, sin tener la
presión de nadie más.
Gracias por haberme dejado llegar a mis propias conclusiones,
con la seguridad de que las respuestas son 100% mías.
Gracias soltería por permitirme el lujo milenario del coqueteo.
Gracias soltería por haberme permitido conocerme mejor, aunque a
veces eso signifique que me
tolere menos.
Nunca antes había sentido que fuera tan
absolutamente cierto que es
mejor estar solo que mal acompañado.
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