Vivimos en el mundo postmoderno donde
todo es posible y casi nada es cierto. No sabemos exactamente qué hacer con
nosotros mismos ni tampoco a dónde ir.
El mundo de nuestras experiencias se
muestra caótico, desconectado y confuso.
Los
expertos nos explican todo sobre el mundo, pero entendemos cada vez menos nuestra propia vida.
Sabemos
todo de nuestros órganos, sus funciones y su estructura, pero se nos esfuma el
espíritu. Sabemos mucho más que nuestros ancestros, pero ellos sabían algo más
esencial que se nos escapa.
La
salida está en trascender y apelar a lo espiritual, ir más allá de lo aparente y buscar lo esencial.
Está en el amor, en
sintonizar con el mismo Dios de todos, con el bien y la verdad.
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