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FRASES INSPIRADORAS CATÓLICAS PARA REFLEXIONAR 11


“No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar.”

“Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.”

“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.”

“Nunca hay que decir « no me toca», sino « ¡Voy yo!»

“Nunca podremos enseñarle a un chico el horizonte de grandeza de la patria si usamos nuestra dirigencia como escalón para nuestras ambiciones personales, para nuestros mezquinos intereses, para promover a los enemigos que nos sostienen. (…) Cuando nuestros chicos nos ven a nosotros dirigentes que les damos este testimonio de bajeza no se animan a soñar y a crecer”

“Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.”

“Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite.”

“Para que tomemos conciencia por los cambios necesarios que la sociedad necesita y se termine con la trata de personas; para que todos los vecinos se unan, se solidaricen y se organicen de forma desinteresada por el bien de nuestros barrios; para que podamos escucharnos sin crispaciones y no tengamos miedo; para que tengamos fe en que algo se puede cambiar, y vencer la impunidad y la corrupción”.

“Parece que Dios ha querido hacernos dueños de nuestro destino cuando dijo, en varios lugares del Evangelio, que se nos tratará como nosotros hayamos tratado a nuestro prójimo. Se nos juzgará como hayamos juzgado a los demás; se nos dará si damos; se nos perdonará como hayamos perdonado. Así, pues, sobre nosotros mismos recaerá todo el bien o el mal que hacemos a los demás. ¡Cuán extraño, dice San Agustín, es ver a los hombres maltratarse recíprocamente! ¿Las otras creaturas no proporcionan ya bastantes ocasiones de sufrir?”

“Pero, si vais a ser eficaces predicadores de la Palabra, debéis ser hombres de fe profunda, y a un tiempo oyentes y operadores de la Palabra”.

“Políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad”.

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