Es
la heroína más popular de la época del terror impuesta en la Nueva Granada a
principios del siglo XIX, durante la reconquista española. Si bien no
hay certezas, la versión más popular dice que Policarpa Salavarrieta nació en
Guaduas, Colombia, el 26 de enero de 1794. Su padre fue Joaquín Salavarrieta y
su madre, Mariana Ríos, quienes poseían una regular fortuna conseguida gracias
a la agricultura y el comercio. Fue la quinta de siete hermanos.
Ya adolescente, se dedicó a la modistería, y poco a poco
se involucró en las
actividades independentistas. Hacia 1809 conoció a Alejo Sabaraín, de
quien se enamoró, y con quien pensaron en contraer nupcias en 1810, pero los
acontecimientos revolucionarios los obligaron a aplazar el matrimonio.
Con el grito de Independencia, Alejo se vinculó a las
actividades de la Junta de Gobierno que se formó en Mariquita, ingresó al batallón y, a
principios de 1811, participó en el conflicto civil armado entre Honda y
Ambalema. Cuando fue obligado a alejarse de su cargo, ambos se
trasladaron a Santafé, donde Policarpa fue recibida como niñera y dama de
aguja. Sirvió a mujeres de las altas esferas, lo que le sirvió
para comprender las diferencias existentes en la sociedad estamental de la época.
Mientras tanto, su novio se unió a las milicias de
Cartagena, para reconquistar el Nuevo Reino. Ella también se dispuso a colaborar y participar en los
planes de defensa de la capital. En efecto, las mujeres colaboraron
activamente en la elaboración de casacas y capas de uniformes, correajes para
las bestias, limpieza de las armas y preparación de la comida. Recorrían las trincheras con
alimentos, recados y ánimo alentador.
En diciembre de 1816, se presentó en la casa de
Policarpa, ya de vuelta en Guaduas, el coronel patriota José Ignacio Rodríguez,
quien le propuso actuar en Santafé como espía. Se alojaría en casa de Andrea
Ricaurte de Lozano, a
quien serviría como empleada del servicio; ésa era la pantalla. Debía conocer el estado de las tropas españolas y poco a poco hacerse
amigos y enterarse de quiénes deseaban unirse a las guerrillas. Además, debía obtener las listas
de los patriotas buscados por insurgentes. Para esconder los mensajes
enviados se usaban naranjas ahuecadas en las que se introducían las misivas.
Pero aunque cumplió sus labores con precisión y
efectividad, "La Pola", como la llamaban, fue detenida en la
noche del 10 de noviembre, junto con su amado y otros patriotas. En
el patíbulo, antes de morir, pronunció estas palabras: "¡Pueblo indolente!
¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la
libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil
muertes más. ¡No olvidéis este ejemplo!" Los historiadores
aseguran que sus últimas palabras movieron al pueblo a organizar una gran
resistencia contra el Régimen del Terror impuesto por Juan Sámano.
NOTA: Y PENSAR QUE COLOMBIA AUN NO HA SUPERADO EL CONFLICTO ARMADO
Sigue siendo vigente,oh pueblo indolente
ResponderBorrar