La
envidia es consecuencia de dos procesos psicológicos necesarios para el
desarrollo de los seres humanos: el deseo y la comparación.
Para prevenir la envidia no se pueden suprimir dichos
procesos, sino que deben
controlarse sus efectos.
El
envidioso es un enfermo mental que no consigue mantener ese equilibrio.
Para que los dos procesos mencionados produzcan una lucidez sana, es necesario
desarrollar habilidades que ayuden a comprender lo que se siente y por qué se
siente, convertir el malestar emocional producido por la envidia en un motor
para conseguir lo que uno desea tener, y controlar la hostilidad que dicha
situación de envidia puede generar, evitando que se deterioren las relaciones
con los demás.
El envidioso que quiere curarse de esa enfermedad (como
ocurre con todas las enfermedades mentales) debe ser consciente, primeramente, de que es una
enfermedad que puede curarse sólo cuando él asume que la padece. El problema
inicial, por tanto, es que el envidioso quiera dejar de serlo.
La
envidia es incompatible con la empatía, que desempeña un papel importante en el
desarrollo sano de la personalidad humana para la comprensión de uno mismo y de
los demás. Para prevenir la envidia es
importante tratar de estimular la empatía y, a través de ella, la capacidad
para ponerse en el lugar del otro o de los otros.
La envidia se produce siempre en situaciones vividas como
una amenaza. El envidioso cree que todos los demás son sus
enemigos. Por eso, para prevenir la envidia es preciso
favorecer la confianza básica en uno mismo (el envidioso siempre es
un ser con baja autoestima y con complejo de inferioridad) y con los demás (el
envidioso nunca acepta los éxitos de los otros). Es necesario, para curarse de la envidia, desarrollar expectativas
y modelos positivos sobre las relaciones sociales ya que el envidioso siempre
está dispuesto a rechazar dichas buenas relaciones y suele recurrir a
los insultos porque carece de fundamentos para entender que los demás no tienen
la culpa de su enfermedad. Por eso, una de las terapias que usan los psicólogos
para curar al envidioso, es trabajar con él para que pueda adquirir habilidades con las que
poder responder beneficiosamente a su tensión emocional (porque el
envidioso no puede vivir en paz ya que siempre está en alteración nerviosa y
eso afecta a su espíritu y le hace un ser amargado). La envidia es
incluso más dañina que los celos (envidiosos y celosos están
incluidos en cuadros psiquiátricos muy parecidos).
Uno de los mejores remedios contra
la envidia es aprender a afrontar las situaciones de éxito y de fracaso siempre
con optimismo, centrando la atención en los aspectos positivos de la realidad.
La envidia se produce casi siempre hacia personas que ocupan posiciones
superiores dentro de una relativa cercanía (porque el envidioso se enferma al
querer competir contra los demás).
Cuando se establecen relaciones de cierta igualdad los
envidiosos, al no tener éxito en sus ansiedades, convierten esa igualdad en una
desigualdad (asimétrica) y pasan a ocupar una posición de inferioridad (de ahí
sus complejos) que no aceptan aunque sea evidente. Por eso, para prevenir la envidia es
preciso establecer desde la infancia relaciones adecuadas con los iguales.
El problema de la envidia es que si no se la vence en la
infancia después amarga la existencia de quien la sufre y cuando más avanza la
edad más daña la mente y el cerebro. Por eso es una
enfermedad del alma y de la mente.
Para
prevenir la envidia se debe aprender a relativizar las diferencias sociales
(los envidiosos sólo absolutizan todo y no saben relativizar la vida) y adquirir habilidades para elegir
adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse, para evitar que dicha
comparación tenga efectos destructivos y evitar convertirse en un humano con
sentimiento de inferioridad. Insisto en que cuando la envidia ya está muy
desarrollada (por ejemplo en hombres que han superado los 50 años de edad) es
necesario ponerse en manos de expertos psicólogos o acudir a centros especializados en salud mental.
La envidia es curable pero sólo cuando el envidioso es
consciente de que padece de esa enfermedad.
El envidioso es incapaz de ponerse en el lugar del
envidiado, para poder comprender su situación, o de sentir empatía hacia él.
Entre los valores más envidiados suelen encontrarse el
prestigio, el reconocimiento, el estatus ocupacional, el dinero, el poder o los
símbolos y las posesiones materiales.
CÓMO PREVENIR LA ENVIDIA
Comience
por controle los efectos de la envidia.
Convierta
el malestar emocional producido por la envidia en un motor para conseguir lo
que uno desea tener.
Evite deteriorar las relaciones con los demás.
Aprenda
a afrontar las situaciones de la vida con optimismo, centrando la atención en
los aspectos positivos de la realidad.
Aprenda a relativizar las diferencias sociales
Aprenda
con quién, cómo y cuándo compararse, para evitar que estas comparaciones tengan
un efecto destructivo.
NOTA: APRENDA A CONFIAR EN DIOS QUE NOS CREÓ A TODOS IGUALES. ALGUNOS
TIENEN EN EL MOMENTO MAS DINERO O MAS PODER PERO NO SABEMOS QUE LES ESPERA EN
EL FUTURO, O QUE TANTO SUFREN EN SU INTERIOR, O QUE TAL ES SU SALUD MENTAL Y
FÍSICA, O NO SABEMOS QUE SITUACIONES TIENEN QUE VIVIR Y AFRONTAR, O LES ESPERAN
EN EL FUTURO.
AGRADEZCA A DIOS TODAS LAS COSAS BUENAS QUE LE HA DADO Y DISFRÚTELAS.
PÍDALE FUERZA Y SABIDURÍA PARA SALIR ADELANTE Y ESFUÉRCESE POR SER FELIZ.
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