El
desierto más grande del mundo es el Sahara que tiene más de nueve millones de
extensión: 9.065.000 km2.
¿Qué hacer cuando sientes que ya no das más y
que tu vida es un seco y árido desierto en el que no tienes ni ánimo ni esperanzas?
Ante
todo no batallar con la realidad, aceptar ese drama pasajero y confiar que en
algún momento llegarás a un fresco oasis.
Aunque estés desolado y abatido, la fe
siempre es una fuerza poderosa, y Dios está contigo y te colma de paz y de amor.
Imita
a Jesús en el tormento de la cruz, no te hundas en el desespero y di una y otra
vez: Dios mío, en ti confío; te amo y me amas; esto pasará.
Cálmate, búscalo en tu interior, ora y cree que ninguna pena es eterna y que después de la tormenta llega la calma.
No es
fácil recuperar el ánimo, pero lo logras si apelas
a lo mejor de ti y te apoyas en el amor de Dios y de tus seres queridos.
Es bien importante que enfoques tu mente en
el instante y no permitas que ella te lleve a un futuro sombrío o gris con el
engaño de los miedos.
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