A Cristina
le sonó a meditación o ejercicio, y aceptó sin mucho entusiasmo, sin sospechar
que esa decisión transformaría su vida.
Cristina
fue a la clase, se quitó los zapatos y escuchó la explicación del profesor.
Aquello no parecía una clase de yoga tradicional, ya que no había que cruzar
las piernas ni enroscarse como una rosquilla.
La idea
era reír, nada más. Cristina no lo entendió hasta que comenzó la sesión.
Todos empezaron a mover su cuerpo mientras entonaban “jo jo ja ja ja”, y a los
pocos minutos esa risa forzada se convirtió en una carcajada auténtica. Cristina
no podía parar, y después de dos horas le dolía hasta el abdomen de tanto reír.
Al terminar la clase caminó un largo rato hacia su casa.
Estaba llena de emoción, le sonreía a todo mundo en la calle. En ese momento
supo que salir de la depresión estaba en sus manos, y que había encontrado una
poderosa herramienta para lograrlo.
El yoga
de la risa se basa en la idea de que se puede reír sin que haya un estímulo
intelectual. “Tienes que entrar en la mecánica física de la risa, en tu cuerpo,
y luego tu mente se sincroniza”. Es una especie de círculo vicioso: te ríes, y
entonces te ríes de que te estás riendo. “No se trata de fingir la risa, en
poco tiempo la risa verdadera surge”.
En un estudio de 1988, en Alemania, dos grupos de personas
fueron expuestos a caricaturas humorísticas. A los miembros del primer grupo
les pidieron que sujetaran un bolígrafo entre los dientes, lo que simula una
sonrisa, y a los del segundo que lo pusieran entre los labios, con lo que
conseguían un gesto triste. Los que estaban sonriendo, aunque fuera una sonrisa
simulada, se rieron mucho más. Es decir, la risa puede empezar como algo
meramente físico y derivar en un cambio interior. “En el yoga de la risa no usamos el humor para inducir la
risa: el humor viene después. Cuando ríes te vuelves más abierto, y el
humor empieza a fluir automáticamente”, dice Kataria. “Yo mismo no me reía
mucho antes de empezar la yoga de la risa. Ahora puedo reírme de cualquier
cosa. La risa puede hacer
que desarrolles el sentido del humor”.
Que esta disciplina sea “de la risa” no quiere decir que se
pueda tomar a la ligera. Necesitamos crear una conciencia y una sensibilidad
especial para entender que estamos compartiendo con personas que atesoran un
cúmulo de experiencias y emociones. Nuestra tarea consiste en facilitar su
apertura y su sanación, tanto física como emocional y espiritual. Es como abrir
una llave que durante mucho tiempo ha estado cerrada
Después de una sesión tu cerebro libera una sustancia
llamada endorfina, la hormona que te hace sentir bien. Y la endorfina es
conocida, entre otras cosas, por ser el analgésico natural del cuerpo humano.
La risa
ayuda a combatir el cáncer, la diabetes e infecciones respiratorias, entre
otros males.
También
gracias a las endorfinas, la risa combate el estrés. El buen humor es
inversamente proporcional a la depresión. “Es la enfermedad más común en el
mundo. Esa actitud positiva que se consigue fácilmente a través de la risa es
también un arma para afrontar los obstáculos de la vida, por duros que sean. “Mucha gente que tiene cáncer
cree que la vida ya no merece ser vivida, se deprimen y se enfadan
Pero no
hay que estar enfermo ni deprimido para hacer yoga de la risa. “Todos
estamos tan estresados que necesitamos reír en cualquier momento de nuestras
vidas”. Existen clubes (grupos) para mayores, que son los que más se imparten,
pero también hay para universidades, oficinas y hasta jardines de infancia.
Los niños pueden reírse 300 o 400 veces al día y que
conforme crecemos esa cifra disminuye hasta 15. Antes los niños salían a jugar,
pero ahora están imbuidos con Internet, videojuegos, televisión, iPods y demás
aparatos electrónicos. Para su desarrollo emocional también deberían jugar
fuera. Ahora no vemos
muchos niños riendo. Los niños menores de cinco años sí se ríen, pero
más mayores ya no. La competencia en los colegios los hace serios, no se
divierten como antes.
El yoga de la risa ayuda a la gente a relacionarse mejor, a
liberar tensión y, por lo tanto, a rendir más. “Hay escuelas y empresas que sí
lo han entendido, y ha funcionado muy bien”.
Por si fuera poco, hay estudios que demuestran que las
personas sonrientes resultan mucho más atractivas, y que las parejas que se
ríen duran mucho más tiempo juntas.
Gente
que aparentemente no necesita más risas en su vida es fanática del yoga de la
risa. Hacer reír a la gente es un trabajo muy difícil.
Es una experiencia que tienes que vivir y sentir para
entender. Si crees que reír sin razón aparente es absurdo, ve a un club de la
risa y cambiarás de idea.
Cuando
ríes, cambias. Y cuando cambias, el mundo a tu alrededor cambia. Si hay más
gente feliz, esa felicidad estará a su alrededor. Y así se propaga la paz”.
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