Tú
eres esa tristeza que se asoma en mis ojos, esos que lloran en silencio por tu
amor. Cada vez que me miro en el espejo, veo el reflejo del
tiempo que he pasado sufriendo por tu adiós. Trato de obligar a mi mente a
olvidarte, pero siempre regreso a esos recuerdos de ayer.
A
veces, preferiría estar dormida que despierta, porque duele tanto saber que no
estás aquí. Cómo
quisiera que pudieras vivir, que esos ojitos que tanto amo nunca se hubieran cerrado. Quiero seguir
mirándolos, porque para mí, tú eres el amor eterno, el que nunca se
olvida.
Desde que te fuiste, mi vida ha sido
un mar de soledad, y aunque mi conciencia está tranquila, siempre siento que pude haber
hecho más por ti.
Esa soledad es la misma que está en tu sepulcro, y no hay nada más triste que recordar esos momentos,
donde todo parecía perfecto.
Pero
sé que, tarde o temprano, estaremos juntos de nuevo. Para seguir amándonos,
para seguir viviendo este amor eterno.
Aunque el dolor me abrume, sé
que siempre habrá un rincón en mi corazón donde tú vivirás, un amor que
nunca se apaga.
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