Antes
de ti, no había nada. Nada que valiera la pena recordar. Ni amigos, ni amantes,
ni momentos que guardar en el corazón. Era como si el reloj de mi vida no
tuviera historia. Pero llegaste tú... y todo cambió.
Es increíble cómo, en medio de la noche más oscura
o en medio de una tormenta, basta con saber que estás ahí para que mi corazón
se calme. Tu
sonrisa tiene esa magia, ilumina mi camino como un faro entre la niebla,
pero de una manera más intensa, más profunda. Me haces sentir que todo tiene un propósito, que
cada paso que doy es hacia un destino que solo puedo entender a tu lado.
Porque
sin ti, amor, sin esa belleza que llevas dentro y que me fascina a cada segundo, el mundo simplemente no brilla
igual. No hay estrellas, no hay luna. Eres la razón por la que mi cielo se ilumina, la chispa
que me hace querer más de todo, más de ti.
Y
me encanta cómo llenas mi vida con esos pequeños detalles... El sonido de tus tacones subiendo las
escaleras a las dos de la mañana, el caos adorable de verte persiguiendo moscas
por la casa. Esos momentos
que parecen tan simples, pero que para mí lo son todo.
Te
necesito más que al aire que respiro, más que al sol que me calienta cada día.
Eres mi calor, mi paz, mi caos. Mi todo. Bella, transparente, endiabladamente
bella. Sigue siendo tú, siempre tú, porque sin ti, mi mundo simplemente deja de
girar.
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