Whitney
Houston fue encontrada muerta en la bañera de su hotel de Los Ángeles, en
febrero de 2012.
La famosa y talentosa cantante tenía deudas por un importe algo
superior a los cuatro millones de dólares.
En apenas una década había dilapidado una fortuna personal de
alrededor de cien millones.
Su
estilo de vida extravagante, su adicción al alcohol, los calmantes y la cocaína
la llevaron a la ruina.
Su último millón lo dilapidó en un delirante periplo de
varios meses por hoteles de lujo de Sidney, París y Londres.
Horas antes de morir llamó a una amiga para pedir prestados 100 dólares
que, presumiblemente, pensaba gastarse en crack.
La vida de Whitney Houston, rica en dinero y pobre en amor,
es un patético ejemplo del que debemos aprender mucho.
Es
frecuente triunfar en lo profesional y fracasar en lo más importante: en el
amor y en una vida serena y feliz.
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