Por
la arena suave que lame el mar, se fue tu pequeña huella, esa que no volverá. Un
sendero de penas silenciosas te llevó hasta las profundidades, hasta la
espuma del océano. ¿Qué
dolores guardabas? ¿Qué angustias callaba tu voz mientras el canto de las
caracolas marinas te arrullaba?
Te
vas, Alfonsina, con tu soledad. ¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar? Una antigua voz de viento y sal te
susurró al alma, y sin resistencia, como en un sueño, te dejaste llevar, vestida de mar.
Cinco
sirenitas te guiarán por caminos de algas y coral, mientras
los caballos marinos fosforescentes te hacen una ronda. Los habitantes
del agua jugarán a tu lado, pero
aquí en la orilla, queda el eco de tu partida.
"Bájame
la lámpara un poco más", dijiste, queriendo dormir en paz, como
si supieras que no volverías.
Si alguien llama, dile que Alfonsina no vuelve. Ya te has ido, envuelta en esa canción antigua que el mar
canta en su oscuro fondo, dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Te
fuiste con la brisa y las olas, buscando quizás un poema que solo las profundidades
podían ofrecerte. Tu
partida deja un vacío,
pero también una belleza inmortal, esa que solo quienes sueñan con el mar
pueden entender.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios