Según
los expertos, establecer un camino hacia la felicidad es encontrar un propósito
de vida.
El
primer paso para establecer un camino hacia la felicidad es encontrar un
propósito de vida, pero hay quienes no se han planteado uno o consideran que
trabajar es el mayor objetivo de su existencia. Estudios revelan que
después de jubilarse, hay quienes entran en depresión profunda por el final de
la actividad que consideraban como única y primordial.
“Algunos
jamás se recuperan e incluso, un año o dos después de haber abandonado el
trabajo, mueren”, dice Ernie Zelinski en su libro ‘Cómo jubilarse siendo
feliz, activo y libre’.
“Eso es lo que la sociedad nos enseña; pero hay un propósito superior,
una trascendencia de las actividades del día a día”, dice Rocío Suárez,
máster ‘trainer’ colombiana en programación neurolingüística (PNL), quien aconseja que desde la niñez debe
cultivarse una pasión que genere felicidad, para que haga más
interesante el “camino de
la vida”.
Después
de encontrar esa pasión existen factores aledaños que permiten disfrutar de
cada momento y alcanzar los objetivos de acuerdo con ese propósito establecido.
El irlandés Owen Fitzpatrick, ha dedicado su carrera a descubrir los secretos de la felicidad a través
de la psicología y la PNL para compartirlos a través de sus libros y
conferencias alrededor del mundo.
Amarse
y creer en sí mismo
Para Fitzpatick, la humanidad está programada hacia lo negativo. “Si vas
caminando por un desierto y aparece una palmera, no pasa nada. Contrario a si
te aparece un león, que te dispara el instinto de sobrevivencia. La
sociedad se dio cuenta, entonces, de que las situaciones amenazantes generan reacción y se
aprovechó de eso”. Así es como los seres humanos crecemos escuchando
ideas como: “Sé feliz pero
no tanto… cree en ti mismo, pero con mesura; no estamos acostumbrados a enviarnos mensajes
positivos”. Y aconseja tener control de la comunicación propia; es
decir, de los mensajes que nosotros mismos mandamos al cerebro.
Para Rocío Suárez, la programación neurolingüística ofrece técnicas exactas
para hablarle al cerebro que permitan transformar la comunicación que se
tiene consigo mismo.
Levantarse
y estirar los brazos en señal de victoria o caminar en puntas para
sentirnos uno o dos metros más altos son actos sencillos que le mandan a
nuestra mente sensaciones positivas, de fuerza y poder.
“Los
buenos pensamientos generan sentimientos agradables y, a la vez, acciones
constructivas. Si
me siento feliz empiezo a generar hormonas que apoyan esa sensación como la
oxitocina y la dopamina. Pero si siento angustia voy a generar cortisol,
la hormona del estrés, que conlleva a enfermedades”, explica.
Decirse
a diario “soy una persona segura”, “estoy viviendo esto como una nueva
oportunidad”, “mi presente es bello y mi futuro, prometedor” disminuye ese
espacio que se les da a los pensamientos negativos que generan miedo y
angustia.
“Repítelo
las veces que sea necesario para que tu cerebro y tu mente lo empiecen a creer”,
aconseja Fitzpatrick, pues gracias a los contactos eléctricos del cerebro se
generan acciones y pensamientos, que, sin son positivos, producen cambios
importantes en la vida de las personas.
¿Cómo
alcanzar la felicidad?
Después
de encontrar un propósito de vida –es decir, definir lo que se quiere como una
actividad que genere pasión, entusiasmo y que contribuya a nuestra vida y al
entorno– se deben reafirmar las convicciones personales y disminuir los
temores, además de implementar un plan de acción para llegar al resultado. La
felicidad, si se quiere, está asociada a vivir con plenitud cada momento y disfrutar de lo que
se hace.
Para
ello hay que trabajar en tres características:
1.
Adaptabilidad: es la capacidad de moldearse a las situaciones. No
enfocarse en las carencias y aspectos negativos de los sucesos, porque se
pierde la perspectiva (trascendencia).
2.
Decisión: es posible afianzar las decisiones sobre lo que se quiere con
una firme autoestima, fuerza interna y poder personal.
3.
Optimismo: apuntar a que todo salga bien. Con una respiración profunda a
diario y una comunicación positiva hacia sí mismo, se impulsa la tranquilidad y
paz personal.
Para Fitzpatrick esa confianza propia se puede
desarrollar con acciones pequeñas como repetirse muchas veces: “Soy una persona segura”.
De esta manera, el cerebro se irá acomodando al mensaje que se le envía y lo
creerá; en consonancia, las personas actuarán como tal. “Puedo decirme a diario
que mi presente es bello y que tengo un futuro prometedor para modificar
hábitos que generen un cambio en la arquitectura del cerebro que produzca
nuevas emociones y, por ende, experiencias satisfactorias. Ser feliz no significa no
enfrentar dificultades o tristezas, sino saber cómo enfrentarlas”,
puntualiza Suárez.
Seis
acciones sencillas para encontrar la felicidad
Ser
empático: ponerse en los zapatos de los demás y comprender que cada uno
tiene su lucha, así como su punto de vista.
No
cargar las situaciones de forma negativa: nada es bueno, ni malo. Cada
suceso tendrá la carga emotiva que nosotros mismos le demos.
Encontrar
el aprendizaje en cada situación vivida: verla como una experiencia necesaria
en nuestra evolución personal.
No
dejarse llevar por la ira: estas emociones desestabilizan y disminuyen
la energía personal.
Tener
buen sentido del humor.
Repetirse
diariamente a manera de mantras las cualidades propias y las que queremos cultivar,
para reprogramar la mente hacia los hábitos positivos.
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