La mayoría de nosotros ha escuchado alguna vez que
la mente controla al cuerpo; que el origen de las enfermedades está siempre en
la cabeza y que el poder de sanarnos está dentro nuestro. ¿De dónde vienen
estas afirmaciones?
La neurociencia, y más específicamente la psiconeuroinmunología, son
ramas jóvenes de las ciencias biológicas que están estudiando en profundidad el
funcionamiento biológico del cerebro, y en consecuencia, la relación entre los
pensamientos y el cuerpo. Si el órgano que controla todo lo que pensamos y el
que da las órdenes a nuestro cuerpo es el mismo, ¿por qué la salud y las
emociones habrían de estar desconectadas?
Podríamos resumir las conclusiones de los estudios
sobre la relación entre las emociones, el cerebro y la salud física en una
oración: lo que tu mente piensa, tu cuerpo lo refleja.
¿Qué significa esto?
En otras palabras, que el cuerpo le
da a la mente y al corazón lo que quieren ver. Los especialistas en
psiconeuroinmunología explican, por ejemplo, que cuando mantenemos un
pensamiento negativo en la cabeza durante un minuto, el sistema inmunitario
queda durante seis horas en una situación delicada.
Además, quienes viven en una situación de estrés o agobio permanente
durante varios días, sufren cambios sorprendentes en el funcionamiento del
cerebro que pronto se traducen como cambios en el sistema hormonal.
El estrés constante y las preocupaciones sostenidas
en el tiempo tienen, además, la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y
del aprendizaje, localizadas en el hipocampo.
La capacidad intelectual también se ve afectada: los pensamientos
negativos y el estrés, que se producen en ciertas regiones del cerebro, pueden
dejar sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar
decisiones adecuadas.
¿Cómo aprovecharlo a nuestro favor?
Hasta aquí, pareciera que las emociones solo pueden afectar
materialmente nuestro cuerpo en forma negativa. Pero no debemos olvidar que
esto también se aplica con las emociones positivas: los pensamientos positivos
tienen la capacidad de sanar y de hacernos felices.
El doctor Mario Alonso Puig, miembro de la New York Academy of Sciences
y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, recomienda llevar la
atención a la respiración abdominal para ayudar a la mente a vencer esos
pensamientos que la perturban.
La respiración abdominal favorece la secreción de
hormonas como la serotonina, y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos
cerebrales entre los dos hemisferios. En otras palabras: la mente influye en el
cuerpo, pero entonces, podemos cambiar la mente a través del cuerpo.
En síntesis, hay que sacar el foco
de atención de esos pensamientos que nos alteran y provocan desánimo, y llevar
el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro
estado mental.
Acciones tan sencillas como ésta pueden hacernos
mejorar notablemente nuestra calidad de vida.
REFLEXIONES
DE UN SACERDOTE
Nuestro cuerpo es como un templo, y nuestra
mente, el arquitecto. Si llenamos nuestra mente de pensamientos negativos, de
preocupaciones y de estrés, nuestro cuerpo lo resentirá: dolores de cabeza,
insomnio, enfermedades... Pero si cultivamos pensamientos positivos, de gratitud y de esperanza,
nuestro cuerpo florecerá como una hermosa planta.
San
Pablo nos dice: "Así que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de
Dios, que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios,
que es vuestro culto espiritual" (Romanos 12:1). Nuestro cuerpo es un regalo de
Dios, y cuidarlo es una forma de honrarlo. Así que, ¡amigos!, cuidemos nuestra
mente y nuestro cuerpo, porque ambos son parte de un todo maravilloso.
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