Esta
es la historia de un esclavo que trabajaba en una mina de diamantes de la India
a finales del siglo XVI.
Cierto
día encontró un diamante de tamaño excepcional y decidió apropiárselo con un acto muy osado.
Se produjo una herida, camufló la joya en el vendaje y, con el
tiempo, logró huir de la
mina.
Nuestro hombre cometió el error de contarle su odisea a un marino
que lo llevó a su barco.
Allí
lo mató, robó el diamante y arrojó el cuerpo del desdichado esclavo por la
borda del buque. Un año más tarde el marino vendió la piedra a un negociante
hindú, pero no pudo con su conciencia.
Pasado
el tiempo el marino se suicidó y se sabe que en 1701 el famoso diamante Regent
ya era del gobernador de Madrás.
Y antes del fin, ¿no es sabio pensar por qué dos robos terminaron en dos
muertes? Es que la vida nunca se queda con nada.
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